jueves, octubre 14, 2010

SELECCION DE TEXTOS DEL LIBRO "MEDIANIAS" (1.995)

M A T R I M O N I O

Todos los días
el sagrado misterio de lo cotidiano,
esta suerte de cautiverio voluntario
que nos hace valorar
los escandalosos días
cuando correr no era huir
y la libertad de ser
golpeaba los rostros
como lo hace el aire de los campos.

Todos los días
este apego al pan tostado y al café caliente,
a la ducha tibia y la camisa limpia.

Seguro.

Todos los días
este bendito sabor a pertenencia
nos quita estas ganas de huir
al final de la tarde.

Matrimonio
este divino misterioque nos hace gordos, lozanos, amantes y sobrios.



L A M U J E R D E L P O E T A

La mujer del poeta
debe ser invisible.

La mujer del poeta
debe permanecer en silencio
el mayor tiempo posible,
debe caminar en puntillas
y desplazarse con mucho sigilo
por todas las habitaciones.

Debe saber cuando limpiar el cenicero
y nunca ordenar o confundir,
es lo mismo,
los papeles del poeta.

La mujer del poeta
debe hacerse desear por los amigos
embarbados y ojerosos
que suelen pasar por la casa
en busca de pan o consuelo.
Debe mostrar sus senos
tanto como se pueda
y moverlos a medida que el poeta
hable o respire.

La mujer del poeta
debe estar atenta
a los juegos que se inicien cada mañana.
Servir el café,
ir al mercado
y traer el whisky que menos le vulnere.

La mujer del poeta
debe saber volar
y ser etérea
tanto más cuando el poeta este vivo.

Ese será el momento
de alzar el vuelo
y dejarlo solo
consumiendo sus días
entre los libros y el desmayo continuo
de saborear los jugos
de las mujeres de los otros poetas.



R E S T A U R A N T E
A Karlos Martínez

Del lado de los hornos,
anónimo,
corre un afanoso trafagar de ollas y sartenes,
un agonizante calor bajo las chaquetillas,
un desesperante gritar barbaridades en la hornilla.

En la sala bullen los platos entre las mesas,
corriendo tras el pedido
para llevar el correcto caldo
que anuncia rutinario
el mismo menú de todos los días.

En la mesa
somos tan sólo
honestos, perfumados y sabios comensales
buscando revelaciones en los platos
o simples verdades en el eterno yantar de las recetas.
Según nos plazca o nos parezca
devolvemos un plato,
salamos lo salado,
acompañamos con harinas las harinas
o combinamos a nuestro antojo
un beaujolais con cerdo, mariscos o cordero.

Es nuestro plato y nuestro mundo,
nuestra realidad y nuestra equivocación,
pero no al solicitar las cuentas
donde científicamente abortamos
la carente capacidad matemática que nos queda
para doblegar la réproba suma
que nos exige el cajero.

Al partir
dejamos una seña exacta de lo que somos
o una incierta promesa de volver o no,
como sucede en todas partes,
incluso
hasta en París.


A R S P O E T I C A III
(Variación sobre un mismo tema)

El insomnio del poeta
suele servir para mucho.
Tanto,
como para freir en un sartén el poema
y luego el gallo del aceite de oliva
despierte a los vecinos
y borre el hambre de venganza
de Jaramillo Agudelo con su tía.

La poesía y el insomnio
a veces van de la mano
acusándonos de no tener el sartén o el poema,
es lo mismo,
agarrado por el mango.

Uno debería cocinar el poema,
pero no.



P E S C A D O R E S

A pecho abierto
tirados en las aceras
ellos esperan
todos los días
la condonación de sus vidas,
mientras se acercan para mirarse
las cicatrices y los finales.

Para ellos cada mañana
tiene algo de fin próximo.

Cada mañana
saludan a quien pasa,
se despiden de algo
y abandonan el amargo peso
de construir sus vidas.



L U C E S D E L A C I U D A D

A la ciega florista
Virgin Cherryl

Charlote te obligó a entregarle
trescientascincuenticuatroveces
la misma flor.

Podrías
tan sólo
ofrecerme
el ramo de tus ojos
una vez.

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