Pampatar ya no solo es el casco histórico, la Guipuzcoana, el Castillo y la iglesia del Cristo del Buen Viaje. Ahora Pampatar es tambien una oferta gastronómica multicolor y variada. Desde la entrada a este enclave margariteño recorremos sus calles disfrutando lo queda de su arquitectura colonial, sus calles estrechas y la gente en sus aceras, sentados bajo la sombra de sus fachadas en la tradicional hora del fresco. Ya Pampatar ha devenido en una suerte de boulevard gastronómico que oferta desde pescado muy, muy fresco hasta la rimbombante cocina fusión creativa. Desde espacios para la más alta gastronomía local hasta la feria del plato típico margariteño por excelencia: la empanada.
Zonas dedicadas al disfrute de propios y extraños conseguimos en muchos destinos turísticos latinoamericanos, apoyados eso si, por sus respectivos ayuntamientos y gobiernos locales. Es el caso del centro de Lima, Perú o la consabida Zona Rosa en el “de-efe” de México; o los excelentes bulevares en Bogota, no digamos ya la increíble zona de Puerto Madero en Buenos Aires ni el paseo Amador en Panamá ni toda Cancún. Ahora en nuestra Isla aparece, casi por generación espontánea y por iniciativa privada esta ruta que se ofrece con sus cambios y sus enormes ganas de encantar a quienes vivimos en esta bella perla del caribe y a quienes nos escogen como destino turístico por excelencia. Faltaría una verdadera planificación urbana que controle, supervise y medie entre lo que los empresarios propongan y la ciudad requiera, sus habitantes necesiten y los turistas busquen. Una planificación que regule, provea los espacios de sombra, parqueado de vehículos, aceras para el libre y cómodo transito, iluminación y seguridad, cosas mínimas que se implementan en cualquier ciudad del mundo para garantizar el solaz y el disfrute del habitante en sus tiempos de ocio y recreación.
En medio de todo ello, acercarse ahora a la ínsula es tambien inclinarse a las costas de los variados sabores en las propuestas culinarias de la mesa local. Y es precisamente Pampatar, la zona que mas ofrenda aporta al yantar creativo, popular o internacional. Para muchos Pampatar se viene convirtiendo en una zona bucólica y pintoresca que abraza propuestas tradicionales como las ventas ambulantes de empanadas hasta la arraigada oferta de pescados fritos y hervidos a orillas de sus playas. Escuelas de cocina y la gastronomía creativa; la contemporánea vitrina de la cocina mediterránea y los espacios vanguardistas lounge bar. En Pampatar ahora todo cabe, todo es cool.
Y es que por lo bucólico de sus espacios, sus calles, sus altas casas y ese mar latente aunque escurridizo, Pampatar ha prestado la escenografía perfecta para desarrollar aunque espontáneamente y sin ninguna planificación un paseo gastronómico que se extiende desde su entrada hasta mas allá de La Caranta donde cierra o vuelve a comenzar esta curiosa y sabrosa ruta que ya es referencia nacional
Restaurantes que nos traen el rescate de la tradición de los comedores que están dedicados únicamente a cultivar y homenajear el gusto por la gastronomía sencilla, al darle a la degustación de un plato algo que es más honesto que practico. Es belleza y es memoria. Es fusión y creatividad. Espacios que proteges al comensal y habilita el calor humano para el aprecio de los caldos vinícolas y la degustación en mesa de las creativas propuestas que reposan en su carta.
Propuestas en las que se halla quizás una de las cosas mas difíciles de conseguir en un servicio de restauranteria: un servicio que sea útil y que este a la medida, sin sobresaltos ni exageraciones. Otros lugares no solo de encuentro para ver y dejarse ver sino también sitios ideales donde se preserva la cocina y se cuida la bodega de vinos.
Pampatar viene haciendo esta propuesta, a partir de un presupuesto honesto, individual y privado, en la que estas transformaciones vienen dando un vuelco total al mercado inmobiliario local y que inciden en el nuevo crecimiento económico que se empina sobre este centro gastronómico en ciernes y que cambiará completamente la dinámica de este centro histórico y sus habitantes.
Zonas dedicadas al disfrute de propios y extraños conseguimos en muchos destinos turísticos latinoamericanos, apoyados eso si, por sus respectivos ayuntamientos y gobiernos locales. Es el caso del centro de Lima, Perú o la consabida Zona Rosa en el “de-efe” de México; o los excelentes bulevares en Bogota, no digamos ya la increíble zona de Puerto Madero en Buenos Aires ni el paseo Amador en Panamá ni toda Cancún. Ahora en nuestra Isla aparece, casi por generación espontánea y por iniciativa privada esta ruta que se ofrece con sus cambios y sus enormes ganas de encantar a quienes vivimos en esta bella perla del caribe y a quienes nos escogen como destino turístico por excelencia. Faltaría una verdadera planificación urbana que controle, supervise y medie entre lo que los empresarios propongan y la ciudad requiera, sus habitantes necesiten y los turistas busquen. Una planificación que regule, provea los espacios de sombra, parqueado de vehículos, aceras para el libre y cómodo transito, iluminación y seguridad, cosas mínimas que se implementan en cualquier ciudad del mundo para garantizar el solaz y el disfrute del habitante en sus tiempos de ocio y recreación.
En medio de todo ello, acercarse ahora a la ínsula es tambien inclinarse a las costas de los variados sabores en las propuestas culinarias de la mesa local. Y es precisamente Pampatar, la zona que mas ofrenda aporta al yantar creativo, popular o internacional. Para muchos Pampatar se viene convirtiendo en una zona bucólica y pintoresca que abraza propuestas tradicionales como las ventas ambulantes de empanadas hasta la arraigada oferta de pescados fritos y hervidos a orillas de sus playas. Escuelas de cocina y la gastronomía creativa; la contemporánea vitrina de la cocina mediterránea y los espacios vanguardistas lounge bar. En Pampatar ahora todo cabe, todo es cool.
Y es que por lo bucólico de sus espacios, sus calles, sus altas casas y ese mar latente aunque escurridizo, Pampatar ha prestado la escenografía perfecta para desarrollar aunque espontáneamente y sin ninguna planificación un paseo gastronómico que se extiende desde su entrada hasta mas allá de La Caranta donde cierra o vuelve a comenzar esta curiosa y sabrosa ruta que ya es referencia nacional
Restaurantes que nos traen el rescate de la tradición de los comedores que están dedicados únicamente a cultivar y homenajear el gusto por la gastronomía sencilla, al darle a la degustación de un plato algo que es más honesto que practico. Es belleza y es memoria. Es fusión y creatividad. Espacios que proteges al comensal y habilita el calor humano para el aprecio de los caldos vinícolas y la degustación en mesa de las creativas propuestas que reposan en su carta.
Propuestas en las que se halla quizás una de las cosas mas difíciles de conseguir en un servicio de restauranteria: un servicio que sea útil y que este a la medida, sin sobresaltos ni exageraciones. Otros lugares no solo de encuentro para ver y dejarse ver sino también sitios ideales donde se preserva la cocina y se cuida la bodega de vinos.
Pampatar viene haciendo esta propuesta, a partir de un presupuesto honesto, individual y privado, en la que estas transformaciones vienen dando un vuelco total al mercado inmobiliario local y que inciden en el nuevo crecimiento económico que se empina sobre este centro gastronómico en ciernes y que cambiará completamente la dinámica de este centro histórico y sus habitantes.
Arq. Fernando Escorcia