Y hablando de sus espacios debemos apuntar dos detalles. Por una parte, esa estabilidad que no solo la da el hecho de la clientela segura y constante que tiene el restaurante. Sino también la cordialidad y familiaridad que se respira en la camaradería que hay entre empleados, mesoneros, capitanes, barman, cocineros, ayudantes y propietarios. A esto agreguemos un cierre absoluto del local durante el mes de mayo para no solo darle descanso obligatorio y merecido a todo su personal, sino también mantenimiento profundo a todas sus instalaciones, retoques, mejoras y sustitución de equipos. En este constante cambio y ajuste anual siempre han refaccionado una parte sensible de su interiorismo y mobiliario para mejorar atención, presencia y arquitectura de la mesa. Una decoración sencilla y casi minimalista que se va renovando y adaptando a los nuevos tiempos, destaca como marco referencial de una propuesta gastronómica solida y estable. Cuatro áreas especificas conseguimos en este acogedor espacio: comedor principal, "La Pecera" espacio muy solicitado por su vista panorámica desde y hacia la calle, una terraza al aire libre y la barra.
Bueno es destacar también que siempre he tenido fascinación por las barras de los restaurantes. Últimamente han sido relegadas para convertirlas en simples mesones de despacho de comidas y bebidas. Son pocos los sitios que proponen en la actualidad la vida en torno a sus topes donde también se escurren conversas, rumores, despechos, negocios y conquistas. Y en el Restaurant Dolphin su barra tiene una duplicidad que siempre me ha parecido curiosa. Basado su diseño en la proa de una embarcación a babor o estribor tendremos la ambivalencia de ver el despacho de licores y café de un lado mientras por el otro, casi ocultos algunos “barreros” disfrutan furtivos de platos y tragos. Espacio que muy frecuentemente nos sirve de área de espera mientras nos alistan una mesa en la que podremos como una ceremonia acercarnos a la tradición culinaria italiana que se fusiona con ingredientes y los sabores margariteños.
En el menú del Restaurant Dolphin se pasean las pastas, los pescados, los mariscos y las pizzas con una oferta sin pretensiones inusitadas pero efectivas y de muy buena estampa, sabor y precio. Buen sitio para la conversación y las transacciones pero también para degustar condumios, platos y sobremesa. Excelente para disfrutar unos linguinis marinera o mar y monte que como debe destacarse sus pastas son hechas en casa. Churrascos de dorados jugosos, frescos y de porción generosa. A veces puede tropezar con un lomo de atún blanco en finas hierbas inigualable. Allí podremos incluso salirnos de la habitual comida marina o playera, sección esta que cuidan con denuedo y celo; mariscos y pescados de gran frescura y sapiencia en combinación y recetas. Podremos conseguir platos del campo, de la caza y la cría. Conejos, patos, cabritos, lechones o corderos que hacen estragos en nuestra escogencia cada vez que les visitamos y se lucen en carta. He disfrutado de una pata de cabrito a las hierbas y cocción lenta con papas colombianas casi celestial. He tenido incluso la oportunidad de regocijarme en hervidos y sopas que a veces se nos hace tan esquivos en la Isla. Un hervido de res soberbio, un chupe de gallina sin rivales o un hervido de pescado como pocos he tenido la fortuna de disfrutar en esta región insular. Debo agregar los postres acertados y un café con cuidado, que ha hecho que uno de los hijos del Nono, Angelo tomara un curso de barismo con Pietro Carbone para poder ofrecer calidad hasta en el último sorbo en taza.
Al restaurant Dolphin, aunque “sufre” de descanso dominical, se le agradece el respeto por el comensal quien deja de ser un cliente para ser incluido en el mapa de los amigos que le frecuentan recurrentemente. Lo hemos comprobado con sugerencias, críticas y también recomendaciones y congratulaciones. Gente abierta y responsable que tiene claro su servicio y el compromiso enorme con nuestro turismo y con los que hacemos vida acá en la tierra neoespartana. Lo sabemos incluso por amigos quienes su palabra y opinión son escuchados para mejorar y lograr ese punto de excelencia que toda la familia busca desde sus inicios y del que, afortunadamente, no parecen rendirse. En Dolphin se complace a los que les visitan. Allí se complace a todo el mundo, incluso a los que son de la familia, brindando en cada momento por la tradición familiar, la herencia culinaria que mezclan con nuestros ingredientes y la historia que se cose en sus caldos itálicos tanto como nuestra alegría de vivir a orillas de este inmenso y caribeño mar de la Virgen Bonita.
Todas las imágenes pertenecen a Fernando Escorcia, a excepción de la imagen de la fachada exterior del local tomada de "el blog de Adolforesta".
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