A Pietro Carbone
Recibir el sol y alumbrar las horas que nos esperan. Si despertar se resumiera a un aroma no habría mejor olor que lo identifique que el del café. Sinónimo de comienzo, abrigo y protección. El café incluso simula el lar familiar, el abrazo materno y el primer espaldarazo para conquistar el día.
Quien tiene y sostiene en sus manos una taza de café también sabe abrazar el cuerpo de la mujer amada. El calor de una taza, solo puede ser sustituido por el latir sonoro y reposado del pecho, corral que cerca la estampida de caballos alborozados que residen en la casa-mujer que acompaña.
Cuando crecemos llevamos hincado en el olfato la seña exacta del colado café matutino. Sabor a café, sabor a vida. El café, hermoso avatar de un calendario para estrenar.
Y así va dejando la muestra en los días, las casas, los hoteles, los amores pasados, nuestras escuelas y universidades… El saludo mañanero de todo lo que esta por comenzar.
Este año decidimos comenzarlo por allí, por el café. En torno a una taza y a una increíble maquina de café expreso. Nos acercamos el borde de la taza más con pasión y gusto que con experiencia. Y nos fue entregado el sagrado sabor del café, ya no para degustar o aprender sino para llevarlo en la piel, que es como se llevan las cosas que nos marcan nuestras vidas.
Un barista, tripulante alquimista de los aromas, maneja el rudo crepitar de los vapores de una cafetera. Pero no como aquella maquina infernal que nos describiera el humorista Aníbal Nazoa llena de extraños sonidos, vapores y ruidos que atemorizaba a su alrededor para luego de unos segundos de espera verter un mezquino chorrito oscuro (ahora sabemos que se le llama “cola de ratón”) gorgoteando hacia el fondo de las tazas del portugués de la panadería. Incluso para algunos hacer café es todo un suspenso, algo como hacer una transacción en dólares a oscuras. Pero ahora esta maquina estilizada; es una silenciosa, tecnológica y diseñada pieza de colección que además nos seduce con su impecable performance que nos da, luego de unos precisos detalles cuidados por el Maestro Barista, una deliciosa taza de “café espresso”.
Con justas indicaciones avanzamos en este taller para abordar el tema del café. Incluyendo los repasos y los detalles, los nuevos conocimientos, granos y consistentes apuntes para el disfrute y degustación del café en taza, mesa y compra, vamos aprendiendo mas de aquello que desde hace muchos años ha sido nuestro. Es como descubrir los propios olores que de nuestros, nunca solemos diferenciar. Es como reconocer un hijo, un libro o descubrir una melodía que ha sonado en nuestras vidas cada amanecer.
Descubrir de la mano del maestro barista (*) Pietro Carbone el universo del café es entrar a un dimensión en la cual avizoramos el principio y el destino de un viaje a un ciudad que conocemos pero aun no sabemos cómo ni cuando. Con una profunda pasión nos ha sido encomendada la tarea de saber y conocer el café venezolano. Saborearlo, escogerlo y exigir. Mas sin embargo, como lo escribió el “bon vivant” Alberto Soria en su cuenta de twitter “de este curso me llevo varias enseñanzas y una desesperanza”. Luego de traernos los aromas del café en las maletas, también nos trajimos el profundo dolor de reconocer que la maravilla del café nos esquiva, en estos tiempos, arrasado por la poca atención a esta importante industria nacional. También nos agenciamos la desesperanza que nos impide pedir nuestro habitual “marroncito” nuevamente al arrullo de las cafeteras ensordecedoras. Nos duele precisamente al constatar el poco cuidado y formación de los baristas, artífices inexcusables del café, cuando apreciamos una bebida recalentada, modificada, quemada o en el mejor de los casos sin la precisa métrica y magia que le inyecta un afectivo amante del grano y sus sabores.
A decir del Prof. Victor Moreno (p) con quien compartimos esta anunciación del barismo, un bautismo a la luz de los sabores conocidos y otros por descubrir, en este curso aprendimos del mago Pietro, amar lo que es amado, saber un poco mas de lo que ya conocemos y abrazar un sabor familiar que permanece en los fogones, las mesas y la historia de nuestras vidas.
Con el maestro barista Pietro Carbone se aprende a saber por qué amamos lo que amamos, a entonar el sublime canto del día, nombrando el café, nombrando la vida.
Quien tiene y sostiene en sus manos una taza de café también sabe abrazar el cuerpo de la mujer amada. El calor de una taza, solo puede ser sustituido por el latir sonoro y reposado del pecho, corral que cerca la estampida de caballos alborozados que residen en la casa-mujer que acompaña.
Cuando crecemos llevamos hincado en el olfato la seña exacta del colado café matutino. Sabor a café, sabor a vida. El café, hermoso avatar de un calendario para estrenar.
Y así va dejando la muestra en los días, las casas, los hoteles, los amores pasados, nuestras escuelas y universidades… El saludo mañanero de todo lo que esta por comenzar.
Este año decidimos comenzarlo por allí, por el café. En torno a una taza y a una increíble maquina de café expreso. Nos acercamos el borde de la taza más con pasión y gusto que con experiencia. Y nos fue entregado el sagrado sabor del café, ya no para degustar o aprender sino para llevarlo en la piel, que es como se llevan las cosas que nos marcan nuestras vidas.
Un barista, tripulante alquimista de los aromas, maneja el rudo crepitar de los vapores de una cafetera. Pero no como aquella maquina infernal que nos describiera el humorista Aníbal Nazoa llena de extraños sonidos, vapores y ruidos que atemorizaba a su alrededor para luego de unos segundos de espera verter un mezquino chorrito oscuro (ahora sabemos que se le llama “cola de ratón”) gorgoteando hacia el fondo de las tazas del portugués de la panadería. Incluso para algunos hacer café es todo un suspenso, algo como hacer una transacción en dólares a oscuras. Pero ahora esta maquina estilizada; es una silenciosa, tecnológica y diseñada pieza de colección que además nos seduce con su impecable performance que nos da, luego de unos precisos detalles cuidados por el Maestro Barista, una deliciosa taza de “café espresso”.
Con justas indicaciones avanzamos en este taller para abordar el tema del café. Incluyendo los repasos y los detalles, los nuevos conocimientos, granos y consistentes apuntes para el disfrute y degustación del café en taza, mesa y compra, vamos aprendiendo mas de aquello que desde hace muchos años ha sido nuestro. Es como descubrir los propios olores que de nuestros, nunca solemos diferenciar. Es como reconocer un hijo, un libro o descubrir una melodía que ha sonado en nuestras vidas cada amanecer.
Descubrir de la mano del maestro barista (*) Pietro Carbone el universo del café es entrar a un dimensión en la cual avizoramos el principio y el destino de un viaje a un ciudad que conocemos pero aun no sabemos cómo ni cuando. Con una profunda pasión nos ha sido encomendada la tarea de saber y conocer el café venezolano. Saborearlo, escogerlo y exigir. Mas sin embargo, como lo escribió el “bon vivant” Alberto Soria en su cuenta de twitter “de este curso me llevo varias enseñanzas y una desesperanza”. Luego de traernos los aromas del café en las maletas, también nos trajimos el profundo dolor de reconocer que la maravilla del café nos esquiva, en estos tiempos, arrasado por la poca atención a esta importante industria nacional. También nos agenciamos la desesperanza que nos impide pedir nuestro habitual “marroncito” nuevamente al arrullo de las cafeteras ensordecedoras. Nos duele precisamente al constatar el poco cuidado y formación de los baristas, artífices inexcusables del café, cuando apreciamos una bebida recalentada, modificada, quemada o en el mejor de los casos sin la precisa métrica y magia que le inyecta un afectivo amante del grano y sus sabores.
A decir del Prof. Victor Moreno (p) con quien compartimos esta anunciación del barismo, un bautismo a la luz de los sabores conocidos y otros por descubrir, en este curso aprendimos del mago Pietro, amar lo que es amado, saber un poco mas de lo que ya conocemos y abrazar un sabor familiar que permanece en los fogones, las mesas y la historia de nuestras vidas.
Con el maestro barista Pietro Carbone se aprende a saber por qué amamos lo que amamos, a entonar el sublime canto del día, nombrando el café, nombrando la vida.
(*) Para saber mas acerca del café y el arte del barismo sugiero visitar la pagina www.carbonespresso.blogspot.com