Crónica de una fusión que no tiene conclusión
Ya habían tenido un inesperado éxito en el mes de diciembre pasado. Un ensayo general y dos funciones que abarrotaron los espacios del Centro Trasnocho de Las Mercedes en Caracas. Ese 1er. Rock and MAU que había surgido mas como un divertimento de fin de año capitalino en el que debido a las correspondientes y tradicionales vacaciones navideñas, son muy escasas las ofertas en eventos, conciertos y espectáculos para sus residentes fue la génesis de un movimiento o quizás, mejor una inquietud que "amenaza" con cambiar el perfil musical de los últimos a ñ os en nuestro país.
Pero es que Diego Álvarez, mejor conocido como El Negro, músico percusionista y vocalista, y quien se ha convertido en un referente de la escena musical venezolana contemporánea, ya había germinado una semilla de esa fusión que aun hoy es muy difícil explicar, reconocer o describir. El Negro había sido convocado a fines del 2011 para agregar colores de tambores afrovenezolanos en la grabación de la agrupación venezolana LA VIDA BOHEME, exitosa por demás en el exterior con sendas nominaciones a los premios Grammy de los Estados Unidos. Y fue ese solo chispazo el necesario para que en la imaginación prístina y rutilante de Álvarez encendiera la pradera. Junto al “fact-totum” de la Movida Acústica Urbana de Caracas idearon un espectáculo donde los grupos o integrantes de este colectivo musical que viene escribiendo y reimaginando nuestra música tradicional se unieran a las bandas de rock local para intentar darle una base musical venezolana en genero, estilo, instrumentos y sonoridades.