Ha pasado una década desde que este par de mujerones; margariteñas,
bravías, vergatarias y emprendedoras, se cogieran para sí, la idea de hacer lo
que todo el mundo critica que escasea y no traen, no hacen, no producen o no inventan.
Sin temores ni dudas, arman lo que deciden, impulsan y presentan. Cumplen con
todo lo que han inventado y ofrecido, y quienes les preguntamos algo terminamos
metidos de narices en este papel de cómplices o presentadores. Amantes de
nuestra cultura y nuestra música, difusoras de talentos y apoyadoras de juergas
y conciertos imposibles han terminado por crear una empresa que si ellas no la
armaban, pues solo ellas terminarían por hacerla tarde o temprano.
Han ido de lo sacro a lo pagano, del Carnaval a la Semana Santa; se han
paseado de lo popular a lo elitesco, del reaggeton al jazz, pero es en la
promoción de nuestra música, tradicional o nueva, donde han logrado sembrar las
muestras que promocionan y valoran la Venezuela talentosa, pujante e invencible
que se presenta aquí esta noche para celebrar, como debe ser, los 10 AÑOS DE
VISION MARGARITA y los 10 AÑOS DE C4 TRIO. Ellas son Mónica Jiménez y Belkis
Requena…
La fuerza de la libertad creativa e interpretativa, se expresa en el
canto y la fortaleza de su timbre vocal. Una reciedumbre que matiza y desliza
con suavidad, como acariciando aires de música con su tesitura evocando la
salitrosa brisa insular.
Jennifer Moya viste de alegría y margariteñidad su canto. Un canto que
permanece en el repetitivo rugido del mar y en la vaporosa bruma que queda en
la orilla. Canto que vuela y canto que pliega sus alas sobre el espíritu bravío
de la insularidad.
El tiempo recio le persigue. Tras 52 años en la composición y el canto,
el sol en su cabeza nunca lo vence. Cumple con el sagrado ritual de beber en
nuestros mares el elixir impecable de nuestra sangre. De pura cepa, escama,
salitre y ají; dulce sanjuanero que revierte en canto y verso inagotable.
Ibrahim Bracho, de los que nunca se cansan, de los invencibles. Autores
y cultores que nuestro país necesita vivos, bien vivos, para que su grito sea
himno y sea bandera de libertad. Margarita tiene en su garganta y en sus manos
el obrero que fortalece su querencia, exalta el rugido del mar y acaramela el
alma de los abandonados. En su canto se
abrazan los paisajes, las vivencias, las carencias, los amores y desamores; y
los sufrimientos de nuestra salada tierra. Bracho, cuando canta, canta también
la alegría de nuestra música margariteña, en el galerón, el polo, la malagueña,
el joropo estribillo, la jota carupanera y el Mare Mare. Y hoy viene a explayar
su canto, de a poquito, nuestro Ibrahim Bracho, orgullo de nuestro estado Nueva
Esparta, de Venezuela y del mundo…
Hace 9 años tuvimos noticia de un prodigio. Un proyecto audaz e
imposible que unía, en virtud de sus talentos, tres visiones y tres estilos de un
mismo instrumento. Venían de una cosecha… La Siembra del Cuatro del gran
Maestro Cheo Hurtado. Y también venían de la incipiente y atrabiliaria ingenuidad
de quien se quiere comer el mundo con la genialidad en sus manos. Jorge Glem,
Edward Ramírez y Héctor Molina se juntaron y en una mañana explosiva inventaron
algo que aun, muchos, no logran entender. ¿Cómo es que un trio de cuatros logre
hacer cantar, percutir, puntear, rasgar, acompañar y construir melodías en una
suerte enrevesada de trio de solistas? Cómo es que cada uno con sus
genialidades personales, ideas, ejecuciones y afinaciones logren yuxtaponerse
para que sea un cuerpo robusto e inquebrantable.
Si estas preguntas fueran sencillas, ya no solo fue darle voz a algunos
temas o agregar el color de las maracas o de la percusión. No sólo fue romper
el viejo dilema de agregar a la construcción de sonidos con el cuatro un
robusto fondo que no sólo marcara la profundidad como el bajo sino que fuera lo
suficientemente loco, como ellos y también snara como un solista, que solo
podía ser Rodner Padilla. En tan solo dos producciones se habían inventado y
reinventado en cada tema que se les ocurrió incorporar a un sencillo cantor
venezolano: Gualberto Ibarreto. Entonces eso que fue innovador y visionario, volvió
la vista atrás a reconocer a uno de nuestros grandes valores musicales para
rendirle tributo a su canto, obra, estilo y personalidad. Gualberto les
convirtió en sus ídolos, en esa suerte de ouróburus, en el que la cabeza de la
serpiente se muerde la cola, hasta el circular infinito. Volaron
imaginativamente (lo que dicen por allí, se fumaron una lumpia) al introducir
con el cuatro de cuerdas metálicas de Edward los acordes de Johan Sebastian
Bach con golpe tuyero. Y allí fue destape
mundial y mediático. Llegaron las nominaciones, el jetset y el paseo de la
fama. Pero faltaba aún más. Dos de ellos vienen construyendo y encofrando las
columnas de sus propuestas personales. Jorge y Edward van haciendo caminos
paralelos y en conjunto, porque se encuentras en la Movida Acústica Urbana,
suerte de colectivo musical caraqueño que redimensiona y potabiliza los sonidos
alternativos juveniles a través de los instrumentos y géneros venezolanos.
Ellos también caminan por el Ensamble Capicúa, por Los Sinvergüenzas, o por Peperland (una expresión de la música de
los Beatles con géneros venezolanos como el calipso, san Millán, merengue
caraqueño, tambores de sanjuán y otras perlitas inmarcesibles) o por cuanta
Guataca se desarrolla en el país o fuera de él. No hay en este momento premio,
celebración o show que nos los quiera tener en su cartel. Hasta en Sábado
Sensacional fueron a dar…
Y vino para mayor destape mediático el trabajo al lado de Rafael El
Pollo Brito, incluyendo algunas geniales piezas instrumentales que ya venían
desarrollando y puliendo. Con más de nueve ingenieros de grabación en distintas
partes del planeta, C4 Trío logra en 2014 el Premio Grammy Latino a la Mejor
Grabación de Música Tradicional obteniendo así 9 trofeos, para cada uno de los
ingenieros que lograron el impecable producto.
Al C4 Trío también le ha tocado incorporar otros colores. Ya
inseparables de la fórmula de tres cuatro y un bajo, luego de los
requerimientos en el exterior de Rodner, les acompañó por un breve tiempo otro
hermano, Gonzalito Teppa, el que también hubo de ir al exterior a exponer su
talento y explorar nuevas rutas. Es así como llega Gustavo Márquez el bajista
que viene a poner oído y frescura a algo que nunca ha dejado de ser fresco ni
autentico ni nuestro.
C4 Trio es también una forma de ser venezolanos. Han traído alegría y
futuro a la desesperanza de estos tiempos. Han traído agua fresca a nuestras
vidas. Escuchar al C4 Trio es renovar los votos por nuestro país, alimentar la
venezolanidad y sobre todo caer en cuenta, en cada tema, cada disco, que
nuestro futuro está a salvo en sus manos y sus instrumentos. C4 Trio suena a
futuro. Y en 10 años, han perfilado una manera de entender y expresar el sueño
del país prometido: feliz, unido y en paz.
Deysi Barrios con C4 Trío luego del excelente concierto |
ALBUM CON IMAGENES DEL CONCIERTO
LOS 10 AÑOS DE C4 TRIO EN MARGARITA
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