Si nuestro país lo viéramos como un proyecto entonces allí deberían estar tres o cuatro experiencias que nos hacen henchir el pecho de puro orgullo. La Vinotinto aunque no llegara al presente Mundial de Fútbol. Nuestro béisbol profesional y todas las figuras que nos representan en las Grandes Ligas. También anotemos la excelente lección del Sistema Nacional de Orquestas Sinfónicas Juveniles y todo el semillero que ya comienza a cosechar nuestros prados abiertos. Otro orgullo se nos presentado esta semana. “Hacedores de país”, un proyecto que reside en una estrategia de inversión social que busca promover la artesanía de las distintas regiones de nuestro país y contribuir con el fomento de planes de autogestión e inversión social entre los artesanos. No obstante, ser también una publicación que recoge lo más ancestral y lo más vernáculo de nuestras expresiones culturales sea indígena o popular. En su primera edición Hacedores de País visitó el Mundo e imagen del artesano venezolano contemporáneo; reflejando, difundiendo y mostrándonos un país posible, un país que late al margen de las discrepancias y las exclusiones. Desde el Estado Lara en su primer volumen esta joya de impecable y precisa edición nos trae a los artesanos de la madera de las poblaciones rurales ubicadas en el valle de Quibor.
Y en esta segunda edición, Hacedores de país nos alcanza en cambio al artesano ancestral asentado desde hace cientos de años a orillas del “país de las bocas del Orinoco”. Los warao hundidos en ese trozo de tierra blanda rodeada de aguas oscuras y emblemáticas de nuestra identidad, como ellos, dando paso a un país que se construye a las orillas del olvido.
Como dice el poeta Gustavo Pereira, les decimos increíblemente salvajes. Y ellos, los pemones, un poco mas abajo, en el Sur de nuestro país, se empeñan en llamar al rocío Chirike Yetaku, que significa Saliva de las Estrellas, a las lágrimas Enu Parupue, que quiere decir guarapo de los ojos, y al corazón Yewan Enapue: semilla del vientre. Para decir amigo dicen Mi otro corazón, para decir olvidar dicen perdonar, para decir tierra dicen madre, para decir madre dicen ternura y para decir ternura dicen entrega.
Y aun hoy a ese país inocente, constructor y olvidado que ocurre allá cuando nosotros no nos perdonamos los errores, que se construye y se reconstruye sobre la base de su supervivencia y su enorme ternura les ofendemos con nuestro verbo y nuestro desprecio. Aun este expais, a decir de Agustín Blanco Muñoz, se empeña en segregarlos, excluirlos y visitarlos como reliquias vivas de un pasado distante. Olvidamos nuestras raíces, como queriendo cerrar los ojos, cuando ellos están a un lado nuestro, sonriendo, con la felicidad de ser ellos mismos, dándonos lo mejor de si y entregándonos a los civilizados que somos el alma que reside en nuestras fibras, nuestro barro y nuestras maderas. Nos empeñamos en seguirlos llamando salvajes. Y ellos nos entregan su sonrisa.
No se como se pide perdón en pemon o en warao, pero por mas que intente bajar al cielo de sus manos lo alto de su historia no bajara. Por más que intente bajar la noche para excusarme, el sol de sus ojos no dejara de abrirse cada dia.Gracias a la Fundación Arte Sano Group por traernos estos Hacedores de País y enseñarnos a mirar con orgullo lo que hemos dejado de ser y lo que reposa en las manos de nuestros artesanos que es la mejor forma de sentirnos orgullosos de nuestra identidad y nuestra historia.
Y en esta segunda edición, Hacedores de país nos alcanza en cambio al artesano ancestral asentado desde hace cientos de años a orillas del “país de las bocas del Orinoco”. Los warao hundidos en ese trozo de tierra blanda rodeada de aguas oscuras y emblemáticas de nuestra identidad, como ellos, dando paso a un país que se construye a las orillas del olvido.
Como dice el poeta Gustavo Pereira, les decimos increíblemente salvajes. Y ellos, los pemones, un poco mas abajo, en el Sur de nuestro país, se empeñan en llamar al rocío Chirike Yetaku, que significa Saliva de las Estrellas, a las lágrimas Enu Parupue, que quiere decir guarapo de los ojos, y al corazón Yewan Enapue: semilla del vientre. Para decir amigo dicen Mi otro corazón, para decir olvidar dicen perdonar, para decir tierra dicen madre, para decir madre dicen ternura y para decir ternura dicen entrega.
Y aun hoy a ese país inocente, constructor y olvidado que ocurre allá cuando nosotros no nos perdonamos los errores, que se construye y se reconstruye sobre la base de su supervivencia y su enorme ternura les ofendemos con nuestro verbo y nuestro desprecio. Aun este expais, a decir de Agustín Blanco Muñoz, se empeña en segregarlos, excluirlos y visitarlos como reliquias vivas de un pasado distante. Olvidamos nuestras raíces, como queriendo cerrar los ojos, cuando ellos están a un lado nuestro, sonriendo, con la felicidad de ser ellos mismos, dándonos lo mejor de si y entregándonos a los civilizados que somos el alma que reside en nuestras fibras, nuestro barro y nuestras maderas. Nos empeñamos en seguirlos llamando salvajes. Y ellos nos entregan su sonrisa.
No se como se pide perdón en pemon o en warao, pero por mas que intente bajar al cielo de sus manos lo alto de su historia no bajara. Por más que intente bajar la noche para excusarme, el sol de sus ojos no dejara de abrirse cada dia.Gracias a la Fundación Arte Sano Group por traernos estos Hacedores de País y enseñarnos a mirar con orgullo lo que hemos dejado de ser y lo que reposa en las manos de nuestros artesanos que es la mejor forma de sentirnos orgullosos de nuestra identidad y nuestra historia.
Publicado en diario Sol de Margarita. 26 de Junio, 2.006.
Lo editamos puesto que el libro Hacedores de Pais, Mundo e Imagen del Artesano Ancestral ha obtenido el "Premio Nacional del Libro 2005".
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