Cuantos de nosotros no nos hemos acercado alas horas del mediodía y nos decimos: hoy quiero comer chino. Aunque no tenga nada que ver con la antropofagia, podemos decir que esa resuelta decisión tiene mucho de feria, alegría y celebración. Mucho de lúdico y mucho de azar; partes intrínsecas a la milenaria cultura oriental. Aun sabiendo la enorme comunidad china en nuestro país, son pocas las posibilidades de contacto que encontramos para celebrarlo, a no ser los bazares y el restorán chino.
Esta emblemática institución gastronómica las conocemos por sus enigmáticos altares, sus enormes jarrones y su sagrado tótem a la fortuna y la paz, el buda y el buey; el dragón de ojos amenazadores y los inciensos. Los tigres acechantes y las gárgolas saliendo de las paredes, los aleros de las pagodas, el rojo y el dorado como claves de una decoración signada por lo místico y tradicional pero que para muchos de nosotros se convierten en una marca tan kitch como identificativa.
La Casa Yong, la casa de la gastronomía china, viene a ser exactamente todo lo contrario. Este restaurante que desde hace un año disfrutamos en la Isla de Margarita, por los lados de la avenida Aldonza Manrique en Pampatar, es un chino fuera de lo común, es casi un chino minimalista. Y lo comprobamos en varias de sus características.
Primero, a no ser por algunos elementos decorativos que reposan en la vitrina de entrada (y que curiosamente están a la venta), el interiorismo es limpio y pleno, lleno de luz y de colores muy claros, relajados, ambientados en detalles orientales muy sencillos en la arquitectura de la mesa y su mantelería, deja espacio para el sosiego y la calma. De estilo vanguardista y casi lounge nos impresiona la sencillez de sus espacios y su atmósfera, sin recargos y sin sobresaltos. Incluso las áreas sanitarias son de una calidad y una higiene que denota cuidado, atención y comodidad precisa para el comensal.
Segundo por su atención. Una bella y flaca rubia nos recibe con una sonrisa carnosa y atenta mientras el resto del personal muy venezolano se dedica a recibir nuestro pedido muy atentamente. Desde el legendario barman “Caripe”, hasta el único mesonero oriental de reciente adquisición, que nos atiende con precisión, dinamismo y hasta con modismos margariteños que no dejan de descubrir sonrisas en los comensales.
Tercero, porque son constantes y honestos. Aun careciendo de un perfil exacto en su gastronomía, veremos una extensa carta que se pasea por la comida cantonesa, sube a las almibaradas y picantes formulas del norte, se regocija en las tendencias szechuan y se vuelve mas occidental en los platos diseñados por la alienante cultura salida del Chinatown niuyorkino.
Y cuarto, porque para que usted vea a los propios chinos visitando un restaurante es porque efectivamente no solo es sensato, sino que su cocina es precisa, correcta y lo mas cercana a sus sabores históricos y nacionales.
La Casa Yong se afana en ser una cocina estable desde su inicio. Desde los consabidos platos chinos sin sobresaltos, hasta los tradicionales. Sin sobresaltos, cuánto amamos los comensales de esta isla una cocina que sea estable, que no nos sorprenda más allá de lo sensato. Todos los platos tradicionales chinos lucen impecables y suficientes. Y esa es otra característica que nos tranquiliza. La relación precio-cantidad jamás podrá ser superada por restaurante alguno, a no ser por la exagerada culinaria maracucha, la amable mesa colombiana y la profusa amabilidad española. No obstante, en las arduas combinaciones de mariscos, pescados, aves y carnes rojas, no son menos osados y acertados.
En los todos los platos de la Casa Yong tendrá la posibilidad inexcusable de descubrir la gastronomía milenaria que nos viene del gigante oriental. Como lo hacen ellos en su inveterada tradición gastronómica se cuidan perfectamente las proporciones, el corte de los vegetales, la frescura de cada ingrediente y el hermoso colorido servido en mesa. Exactitud, proporción y armonía. Sus platos calientes son exactos, los arroces chinos (los fritos son americanadas) son increíbles, chow mein sin sobresaltos y una amplia lista de wanton para reponer al mas enratonado.
En resumen, podemos advertir que si busca más aventura que placer en las incursiones por la gastronomía china deberá pasearse por cualquiera de las ya abundantes ofertas culinarias orientales en la Isla. Aquí en Casa Yong se come bien, abundante y correcto, que es lo menos que uno reverencia en un restaurante en estos tiempos.
No se sorprenda si cuando los visite, un mesonero chino, muy ágil y entusiasta, le dice en perfecto oriental: Dime, mijooo….
Esta emblemática institución gastronómica las conocemos por sus enigmáticos altares, sus enormes jarrones y su sagrado tótem a la fortuna y la paz, el buda y el buey; el dragón de ojos amenazadores y los inciensos. Los tigres acechantes y las gárgolas saliendo de las paredes, los aleros de las pagodas, el rojo y el dorado como claves de una decoración signada por lo místico y tradicional pero que para muchos de nosotros se convierten en una marca tan kitch como identificativa.
La Casa Yong, la casa de la gastronomía china, viene a ser exactamente todo lo contrario. Este restaurante que desde hace un año disfrutamos en la Isla de Margarita, por los lados de la avenida Aldonza Manrique en Pampatar, es un chino fuera de lo común, es casi un chino minimalista. Y lo comprobamos en varias de sus características.
Primero, a no ser por algunos elementos decorativos que reposan en la vitrina de entrada (y que curiosamente están a la venta), el interiorismo es limpio y pleno, lleno de luz y de colores muy claros, relajados, ambientados en detalles orientales muy sencillos en la arquitectura de la mesa y su mantelería, deja espacio para el sosiego y la calma. De estilo vanguardista y casi lounge nos impresiona la sencillez de sus espacios y su atmósfera, sin recargos y sin sobresaltos. Incluso las áreas sanitarias son de una calidad y una higiene que denota cuidado, atención y comodidad precisa para el comensal.
Segundo por su atención. Una bella y flaca rubia nos recibe con una sonrisa carnosa y atenta mientras el resto del personal muy venezolano se dedica a recibir nuestro pedido muy atentamente. Desde el legendario barman “Caripe”, hasta el único mesonero oriental de reciente adquisición, que nos atiende con precisión, dinamismo y hasta con modismos margariteños que no dejan de descubrir sonrisas en los comensales.
Tercero, porque son constantes y honestos. Aun careciendo de un perfil exacto en su gastronomía, veremos una extensa carta que se pasea por la comida cantonesa, sube a las almibaradas y picantes formulas del norte, se regocija en las tendencias szechuan y se vuelve mas occidental en los platos diseñados por la alienante cultura salida del Chinatown niuyorkino.
Y cuarto, porque para que usted vea a los propios chinos visitando un restaurante es porque efectivamente no solo es sensato, sino que su cocina es precisa, correcta y lo mas cercana a sus sabores históricos y nacionales.
La Casa Yong se afana en ser una cocina estable desde su inicio. Desde los consabidos platos chinos sin sobresaltos, hasta los tradicionales. Sin sobresaltos, cuánto amamos los comensales de esta isla una cocina que sea estable, que no nos sorprenda más allá de lo sensato. Todos los platos tradicionales chinos lucen impecables y suficientes. Y esa es otra característica que nos tranquiliza. La relación precio-cantidad jamás podrá ser superada por restaurante alguno, a no ser por la exagerada culinaria maracucha, la amable mesa colombiana y la profusa amabilidad española. No obstante, en las arduas combinaciones de mariscos, pescados, aves y carnes rojas, no son menos osados y acertados.
En los todos los platos de la Casa Yong tendrá la posibilidad inexcusable de descubrir la gastronomía milenaria que nos viene del gigante oriental. Como lo hacen ellos en su inveterada tradición gastronómica se cuidan perfectamente las proporciones, el corte de los vegetales, la frescura de cada ingrediente y el hermoso colorido servido en mesa. Exactitud, proporción y armonía. Sus platos calientes son exactos, los arroces chinos (los fritos son americanadas) son increíbles, chow mein sin sobresaltos y una amplia lista de wanton para reponer al mas enratonado.
En resumen, podemos advertir que si busca más aventura que placer en las incursiones por la gastronomía china deberá pasearse por cualquiera de las ya abundantes ofertas culinarias orientales en la Isla. Aquí en Casa Yong se come bien, abundante y correcto, que es lo menos que uno reverencia en un restaurante en estos tiempos.
No se sorprenda si cuando los visite, un mesonero chino, muy ágil y entusiasta, le dice en perfecto oriental: Dime, mijooo….
Casa Yong. La casa de la gastronomía china. Av. Aldonza Manrique. Playa El Angel.
Pampatar. Isla de Margarita
Articulo Publicado en la Revista Paladares Arte Gastronomico, Edicion Nº 11. 2.008. Isla de Margarita
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