Juro que cuando nos llamaron a participar en la organización de un mes dedicado a la gastronomía insular, jamás pensamos en la trascendencia de lo que comenzamos a bocetar con suficiente antelación en la sede de la Cámara de Turismo del Estado Nueva Esparta. No sabíamos nosotros, los ilusionados, infectos de sabores y diletantes de la degustación, de los condumios y la buena mesa, que esta organización sumada a los favores y empujes de un voluntariado insospechado pudiésemos lograr tanto con tan poco.
Y es que la proyección de un evento que surge de la iniciativa de los agremiados empresarios de la región buscaba impulsar la oferta turística en uno de los meses más estériles del año en captación de visitas y ocupación hotelera. Aunado a una sugerencia de otros emprendedores quienes buscaban crear tan solo una semana dedicada a este tema culinario y lo que veníamos imaginando hace ya muchos años, luego de ver experiencias en otros territorios y geografías, articulamos una parrilla de actividades abierta, democrática e incluyente que pasara de lo celebratorio y demostrativo a la reflexión y el despertar de ideas e investigaciones.