el que tenga compañía soledad
el que siga buen camino tendrá sillas
peligrosas que lo inviten a parar
Pero vale la canción buena tormenta
y la compañía vale Soledad
siempre vale la agonía de la prisa
aunque se llene de sillas la verdad
La Historia de las Sillas – Silvio Rodriguez
Volver a casa de los amigos es volver a la protección de los afectos. Como cuando uno busca resguardo o atención. Cuando uno entra a casa de Esther González siente que está entrando al paraíso de la infancia. Por lo seguro y por la vuelta a los espacios que marcan nuestro pasado y nuestra historia inmediata. Allí el zaguán, los corredores, la ventana serenatera, el patio interior, las habitaciones y espacios que viven hacia el corredor, el lar de la cocina en el fondo; pero sobre todo los afectos que pululan en cada recuerdo, cada antigüedad, cada lámpara, cada silla que nos invita a descansar.
La Casa de Esther es una
peligrosa silla en el camino. Peligro que recae en la profunda tentación de
quedarse, más el regodeo infinito de sus sabores y el caluroso apego a su
palabra fuerte, directa y margariteña. Esther es un portento de energía y
empuje, criterio y creatividad; valiente y necesaria compañera en cualquier
proyecto.