Pienso en las siguientes imágenes: una niña está sentada sobre un tapiz de
grama artificial y en su regazo trata de pasar las páginas de un libro enorme;
otro niño abre sus ojos hasta más no poder cuando le muestran la estampa de una
jirafa y le dicen que ese nombre se escribe con J; un lector miope acaricia los
lomos de unos libros donde sólo puede reconocer títulos y autores; un joven se
acerca y le pregunta a un librero qué quiere decir la palabra metamorfosis: el
librero lo ve y le contesta Kafka; alguien en una esquina pregunta por libros
de Clarice Lispector pero su interlocutor sólo conoce a Guimaraes Rosa; un
joven inquiere por literatura manga pero otro le dice que sólo tiene
ilustraciones de mangos; un bachiller busca un libro llamado La mago de la máscara de vidrio pero
quizás ignora que a pocos pasos su autor, Eduardo Liendo, firma ejemplares; una
bella joven llamada Eneida sonríe cuando descubre que su nombre es también el
título de un viejo libro de aventuras; dos escritores conversan porque tenían
años sin verse; el poeta Rafael Cadenas camina por unos pasillos como el más
humilde de los lectores; alguien carga con una caja; alguien ordena libros en
un anaquel, alguien eleva meticulosamente una pirámide de textos hasta crear
una escultura; todos conversan; todos ríen; alguien encontrará el libro que le
cambiará la vida para siempre. Si hasta ahora nadie adivina qué es lo que esta
secuencia de imágenes cuenta, puedo adelantarles que estamos en una feria del
libro.
Que la Universidad de Margarita, “alma mater del Caribe”, se sume a esta celebración nacional del libro habla de la visión y convicción de sus autoridades. Tanto el rector Beauperthy como todo su Consejo Superior vieron con claridad, con inteligencia, que esta universidad tiene toda la legitimidad para albergar, organizar y sostener a esta naciente FILCAR. Con ese gesto la UNIMAR también se hace parte de una tradición, pues ferias como la FILU y la FILUC, con años de trayectoria, fueron creadas y sostenidas, respectivamente, por la Universidad de los Andes y por la Universidad de Carabobo. En este sentido, para nosotros tiene especial relevancia que en este auto bautismal nos acompañen Jessy Divo de Romero, “rectora magnífica” según reza el protocolo de la Universidad de Carabobo, junto a Rosamaría Tovar como presidenta de la FILUC, y Albe Pérez Perazo, Presidenta de Cultura Chacao, máxima responsable del Salón del Libro de Altamira. Estas dos ferias son las más importantes de Venezuela, y tenerlas hoy tan cerca, representadas por sus autoridades, nos hace sentir que nacemos con dos muy buenas madrinas, que nos darán guía, consejos y espero también que mucho amor. Y hablando de amor se me hace imposible no agradecerle al rector Beauperthy que meses atrás me haya puesto a la cabeza del Comité Organizador de Filcar. Y lo confieso hoy aquí porque Pedro Augusto nunca me dijo que me rodearía de mujeres. Entenderán entonces ustedes por qué en todos estos meses de arduo trabajo me he sentido como un bienaventurado, pero entre todas mis mujeres: Antonieta, Graciela, Esther, Carmen Elena, Marisol y Nela. A todas ellas, mis sentimientos de respeto y mi profundo amor.
Sumar a la
naciente FILCAR a la red de ferias de Venezuela no significa que las dificultades
del sector libro desaparezcan de un día para otro, pero sí que el público
lector sigue ávido de otro trato, de otra oferta, de otro tipo de políticas
públicas en torno al libro. No podemos permitir que Venezuela se aísle del
conocimiento, se empobrezca con la caída de la edición local, se borre con
bibliotecas desactualizadas, se extinga con autores que no pueden publicar. Las
ferias al menos nos permiten mantener la discusión, el debate; levantar diagnósticos
y ofrecer sugerencias; reencontrar a nuestros escritores y pensadores; formar y
guiar a nuevos lectores; contagiar a un público que desconoce la magia de la
lectura. Frente a la ausencia de la letra, el entusiasmo de quienes buscan la
letra; frente a la caída de la oferta librera, la furia de quienes siguen
buscando libros; frente al ostracismo y el conformismo, la hazaña de quienes
nunca se conformarán con un mundo sin páginas; frente a los estantes vacíos,
los estantes imaginados o deseados; frente a la ceguera que nos imponen, la
vista que va más allá del horizonte. A estas revelaciones contribuirá FILCAR.
Libro es sinónimo de libertad, y no hay libertad sin libros. La fiesta librera
regresa para que los lectores sigan aspirando siempre a más.Tres
agradecimientos esenciales se nos hacen inevitables en estos momentos: a la
UNIMAR y sus autoridades, por haber hecho posible esta Feria, por haberla hecho
suya; a todos nuestros patrocinantes, nacionales y locales, que han creído en
esta empresa; y a todos los expositores que nos acompañan después de recorrer
muchos kilómetros y experimentar muchos desvelos.
Vuelvo a
las imágenes del principio para recordar que hace exactamente cien años, en
1915, un joven escritor llamado Franz Kafka publicaba un relato llamado “La
metamorfosis”, pieza esencial de la literatura moderna. Autor de entreguerras,
pesimista y desesperanzado, ya casi en su lecho de muerte Kafka le suplicó a su
gran amigo Max Brod que quemara todos sus libros. Afortunadamente, por no
hacerle caso, le debemos a Brod que hoy conozcamos la obra de este checo de
habla alemán y minoría judía. Kafka dijo alguna vez que todo gran libro es
aquel capaz de quebrar el hielo que habita en cada uno de nosotros. Los invito
entonces a recorrer estos cálidos espacios y encontrar un libro que sea capaz
de quebrar el hielo que todos llevamos dentro. De verdad se los deseo de todo
corazón.
Muy buenos
días y muchas gracias.
Antonio López Ortega (*)
Presidente del Comité Organizador
FILCAR Margarita 2015
(*) Agradezco a ALO por habernos cedido sus conmovedoras y sensibles palabras pronunciadas en el acto de inauguración de la Feria Internacional del Libro del Caribe Margarita, el día viernes 27 de Febrero 2015.
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