En la carta del restaurante La Casa de Rubén se resguarda buena parte de la cocina tradicional margariteña. En ella se enaltece la pesca como una de las columnas sobre la que se sostiene la mesa insular. No solo torito, sapo bocón, sardinas, palometa, bacallao, medregal y otras especies aparecen en el menú, de acuerdo a un extenso calendario que enriquece su mesa y su oferta. De igual forma, son un clásico de su cocina los abalones de El Bichar, lo que otros conocen como vieiras en ceviche, pero con ají margariteño.
En la Casa de Esther es habitual disfrutar en su cocina fusión
margariteña el mondeque o futre, es decir el pez espada, de acuerdo a sus
temporadas, en diversas presentaciones: en salsa de ají margariteño, en costra
de casabe y ron y canela o el flambeado con ron y limón. Todas con la
delicadeza y la firmeza que han convertido a esta legendaria casa en la
población de Pedro González, al norte de la isla, en un bastión de la
gastronomía margariteña.
Subimos un poco y en la bahía de Juan Griego conseguimos una amplia
oferta de la maestra Carmen “Sanga” Marín, con abundantes platos de pesca del
día que van desde catalanas y sierras hasta los churrascos de dorado, bacalao o
palometa. Si nos movemos un poco hacia La Guardia, conseguimos en Casa Mejillón
no solo un enclave que enaltece y ofrece la variedad de recetas con el bivalvo
de la bahía inmediata, sino la visibilidad y exploración permanente de su chef
residente, Pilar Cabrera, ante toda la variedad de especies e ingredientes que
le llevan sus proveedores o sus vecinos, como los pescadores o los niños de la
comunidad: cangrejas, guacucos, longo, picúas, camarón tití y otras tantas
maravillas de esta región. Es una variedad a veces compleja, a veces
avasallante, que describe la riqueza de nuestros mares y la amplia diversidad
del recetario popular margariteño.