¿Te acuerdas de esto? Aquí estábamos jugando a que hacíamos una cola para que mi hermana Maye, nos untara bloqueador, sobre todo a ti, La Gocha, la más blanquita que todo le arde. Mis sobrinos estaban muy chamos y se reían de cualquier invento de Hellman, mi hermano loco, cantante y bohemio. ¿Te acuerdas cuando se le abría el maletín como un acordeón y saltaban los interiores y medias por todos lados? ¡Qué bello cuando me sonríes! Si, fue un viaje muy divertido.
Nos quedamos en ese hotel de La Asunción. Una vieja casa colonial convertida en hotel. Muy oscura de noche. A Hellman le daba miedo. Si, todo jodedor es cobarde. Si, era Semana Santa y en esos días la ciudad colapsa abarrotada de gente que viene a las procesiones.
Mira esta. Aquí estábamos en el Castillo de Santa Rosa. Todos en pantalones largos, pasando calor. Capitalinos, citadinos, poco sabíamos de las ventajas de las bermudas o de los “chores largos”, como le dicen en el Mercado de Los Conejeros. Tu sonríes cuando ves esta foto en la pantalla. Estábamos sentados sobre las balas oxidadas de los cañones. Claro, tu sonrisa ya no es como aquella estruendosa carcajada, aunque le queda mucho de esa felicidad que te nombra.
Aquí estábamos en Playa El Agua. Se convertiría en nuestra playa preferida a donde vamos cada vez que queremos celebrar, despachar un dolor o huimos de nuestras realidades.
Hace treinta y cinco años de ese viaje, ¿te acuerdas? Y no sabíamos que aquí vendríamos después para quedarnos. Ese viaje tenia algo de premonición, de sentencia. Y aquí hemos sido felices. Y lo recordaba ayer, que fuimos a La Asunción. Y tú estabas feliz y me sonreías despacio, distante, como cuando me llamas de esa habitación cerrada de la que no puedes salir. Si, cuando me sonríes soy mas tuyo, como quien va perdiendo a alguien poco a poco, en silencio.
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