Oscurito se paraba / la hermosa mujer mestiza
y con cal y con ceniza / nuestro maíz calentaba.
En la piedra lo quebraba / desparramando su greña,
le metía al fogón la leña, / escucha José Farías:
así era como se hacía / la arepa margariteña.
La Arepa Margariteña – José Ramón Villarroel
Arepa Arrimada Margariteña |
La arepa como acompañante y no
como alimento principal, detalle en la que también comparte función con el
casabe. Aunque en algunas subregiones
insulares aun se mantiene como alimento de sustento, sustitución o incluso
provisión, durante las largas jornadas de faenas pesqueras, campañas o en
trabajos de cultivos. En algún momento del siglo pasado, se comenzó a utilizar
nuestra arepa en vehículo contenedor de otros sabores, guisos o rellenos.
Tampoco hay data cierta de esta transformación, pero seguramente esta vinculada
a la producción masiva de harina precocida y al surgimiento de otros modelos de
negocios en torno a este disco de masa de maíz, en otras ciudades del país. No
faltará quien achaque también al surgimiento de los ferris de Fucho Tovar el
advenimiento de esta forma de consumir arepas, como también se le endilga la
llegada de la lechuga, la papa y otras exquisiteces alimentarias y costumbres a
estas tierras.
El asunto es que nuestra
relación con el maíz y con la arepa es de larguísima data, que vale la pena
procesar, documentar y analizar para terminar de armar una historia que no ha
sido escrita y que ya va siendo hora que los investigadores, antropólogos, sociólogos
y otros averiguadores sienten por escrito esa parte de nuestra historia que
esta aún por escribir y publicar. Vayamos por partes.