domingo, marzo 14, 2021

PAN DE CAMPO: PARA SEGUIR AMANDO EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA

Ese gesto universal de picar el pan con la mano y brindarlo, como en el amor.

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Somos hijos del maíz, profundos amantes de la arepa pero nuestra pasión se anida en el pan de harina de trigo. No ha sido mas la historia e identidad que reside en el kasavi, el plátano, la cachapa  ó cualquiera de las posibilidades que en carbohidratos para elaborar acompañantes o bases que acompañen las proteínas de nuestra alimentación.

Y ese pan sagrado que nos conquistó desde los tiempos de la llegada de los españoles a esta costa de Cuagua, se ha quedado enredado entre el paladar y nuestra identidad, hasta hacerse parte de nuestra memoria gustativa y cultura.

Así que hemos llegado a cultivar un aprecio y gusto por los panes de trigo, salados y dulces ante los que ha sido muy difícil igualarlos entre las industrias del continente. A eso hay que agregar los enormes aportes de trabajo y reinvenciones de la cultura panadera española y portuguesa que desarrollaron una buena parte de las panaderías en todo el territorio nacional.

De esa estirpe nace el emprendimiento Pan de Campo, entre otras cosas porque uno de sus panaderos es descendiente de portugueses y se ha dedicado por mas de 30 años mas al oficio desde el punto de vista panadero. Ese es Filipe Nobrega Da Gama. Y el otro es Carlos "Chali" Hernández incansable emprendedor que ha resistido junto a su esposa Iraima Ortiz, en Casa Orión y también en Casa Caranta, entre otras iniciativas.

Este producto generado por las consecuencias de la pandemia, surge en los propios hornos y fogones de la casa de uno de ellos y se reservan espacios para el avance del emprendimiento que desde noviembre viene sosteniendo una propuesta estable en la oferta panadera local.

Panes de recetas tradicionales como campesinos tradicionales, concha dura y redondos; sobados o canillas, se le agregan los panes intervenidos con tomates secos, frutos secos y demás; focacias y panes de sandwich; hasta confluir en los panes dulces y golfeados en tortas que hacen estragos junto a los tradicionales cachitos de jamón tan venezolanos en las meriendas y balas frías de las panaderías de todo el país.

Punto aparte merecen sus panes integrales, que aún por sus ingredientes cuidados mantienen estabilidad, costo y calidad. Entre otras cosas, porque no es un integral común, sino que es una formula rica en fibras, frutos secos, pasas y semillas. Un pan tan delicado y sublime que merece disfrutarlo y degustarlo en rodajas seco y sin ningún tipo de rellenos o untables.

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Han sabido proveerse de insumos e ingredientes que permitan mantenerse y hacerse cada vez mas atractivos en variedad, calidad y valor. Pueden adquirse por medio de sus redes sociales, específicamente por su cuenta en Instagram @pandencampo.mgta.

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Chali y Filipe nos enseñan tradición y profesionalismo, respeto al sagrado pan de nuestros días y una dialéctica con los amasijos de nuestra larga tradición panadera venezolana. Además resisten, se redefinen y siguen obrando hasta conseguir espacio estable para una vitrina permanente. Dos tenaces emprendedores locales que no se dejaron vencer por la pandemia y sus estragos económicos y sociales en nuestra isla. 

Insisten, amasan y hornean. 

Producen olores para vencer la incertidumbre. 

Es curioso que el pan junto al café son dos aromas inevitables, inexcusables y ante los cuales es imposible dejarlos pasar desapercibidos, como el amor por esta tierra de salitre y campo.

Pan de Campo, nos invita a seguir amando el pan nuestro de cada día.


#EmprendimientoGastronomico Margariteño

Instagram: @pandecampo.mgta



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