Cada vez que uno regresa a los sitios que te dan placer, que tienen el significante del disfrute, aumenta nuestras endorfinas y se vuelve un día feliz. Y el disfrute culnario es uno de los que mayor placer nos da. Allí están puestos todos los sentidos y si a eso agregamos la compañía podemos conectar un grato momento. Pongamos también el agradable espacio, el servicio con una correcta atención en mesa que nos da una ecuación indefectiblemente directa al resultado del mayor placer. Entonces, la experiencia que buscamos se hace de mucho valor, pues nos ayuda a construir momentos que serán recordados con frecuencia. Todo un súmmum de elementos que inciden en nuestro gusto por el local, la comida y la atmosfera respirada, según lo relata la neurogastronomía.
En Arkana Gastrobar se puede
respirar un buen momento. Se impregna de frescura y alegría. Buen gusto en cada
detalle y en cada pieza de este restaurante. Un mantel, su vajilla, las copas,
la vestimenta de la brigada, las plantas como un elemento envolvente de
sutileza y frescor. La música escogida para los comensales y el horario. Y la
anfitrionía de Krishna Arenas, su propietaria, que disfruta y se aplica
celosamente en complacer sus visitantes. Un cuidado que va desde la escogencia
de ingredientes y productos, pasa por los guisos y preparaciones y llega hasta
la arquitectura de la mesa.
Arkana Gastrobar ha venido posicionándose en un espacio de verdadero disfrute gastronómico, donde lo importante es el poner en la mesa los elementos del placer gastronómico sin falsas decoraciones ni ostentaciones. Es un sitio para merecer lo disfrutado.
Recientemente le visitamos
para compartir con Diego Miranda, jefe de ventas internacionales de Bodegas
Ventisquero. Fue una ocasión de gran valor, para revivir y reconectarnos con
los distintos sabores que nos ofrece Arkana, asi como también nos permitió en
un solaz extendido, apreciar algunos de los platos resaltantes de su cocina
y las armonías con vinos de esta bodega
chilena.
Una degustación amplia y formidable que nos llevó en 4 tiempos a acercarnos más a la cocina de Arkana Gastrobar. Empezando por los tequeños de la casa, de los más celebrados en nuestras consideraciones y ceviche con sabores recurrentes en la propuesta, como la parchita. Correcto acevichado y pesca fresca y exultante. Luego, dimos oportunidad de disfrutar la versión de los linguine guardiero, sabiendo que el guacuco de esta zona tiene ciertas diferencias importantes con el de Playa Guacuco. Un sabor más intenso y menos aterrado, trabajado con suavidad e ingredientes locales como el ají margariteño que da un gusto diferenciado. También disfrutamos de un churrasco de palometa en curry, coco y
cilantro, bien logrado, así como el churrasco de mero crocante de casabe. La tarde seguía avanzando mientras nos extendíamos en charla y anécdotas con el aprecio en boca de caldos nobles y amables de la casa Ventisquero, traídos a la isla por la Importadora Maison Blanche Margarita. El marco ideal para construir un dialogo armónico entre la cocina de Arkana y sus líneas varietal Ventisquero, reserva de Kalfu y Premium Grey, conectándose así con los gustos y paladares venezolanos y margariteños.Faltaba el final de los
postres, que nos han conquistado desde la primera vez. Y en esta ocasión en
porciones dedicadas, no a modo de combo de degustación, pudimos compartir un
quesillo de naranja alucinante, el pie de parchita correcto y una torta Moka
con café y helado casero, para un cierre redondo.
Krishna describe su propuesta como “Nueva cocina de herencia. Sabores nuestros, frescos, suaves, picanticos y dulces”. Esa calificación de sabores y texturas la encuentra en cada espacio, cada plato, cada puesto y cada visita. Puede ir y reincidir cuando quieran. Es una experiencia culinaria para recordar.
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