DESAFÍOS DE LA GASTRONOMÍA MARGARTEÑA en tiempos de coronavirus
ANOTACIONES FINALES - CONCLUSIONES IV
CAPITULO 19:
UNA COCINA CON COCINERA DE BUEN GUISO Y DESPENSA PROPIA
Es momento de pensar en cómo
será nuestra cocina. Si seguirá siendo la misma cocina que hemos disfrutado y
cocinado o una que surja de la conjunción de lenguajes, que recoja las
franquezas del país derruido, un pueblo en harapos y una plataforma de
servicios demolida que apenas sostiene un territorio en la que andan cuerpos
insomnes buscando alimento, agua o gas.
Si pudiéramos buscar en las
mesas de los quioscos a orillas de playa o conseguimos nuestra identidad en
algún fogón desaprensivo a orilla de carretera. Nos toca una ardua tarea de
reconocernos entre los escombros. Y es que en nuestro caso son varios los
eventos desastrosos que se han cruzado.
Aun cuando no es definitiva
la destrucción del país, la pandemia ha marcado un antes y seguramente un
después, que según Miro Popic “no se trata de un mundo diferente, sino de una
manera diferente de ver el mundo”. Y apunta a una cocina que enfrentará de una
manera diferente nuestra realidad hacia adentro, valorizando el entorno
geográfico, recordando nuestros orígenes, respetando los períodos de cosecha,
las vedas, sincerando nuestra relación con la naturaleza. No cambiará la cocina
venezolana sino que la hará mejor. Se estrecharán vínculos en toda la cadena
alimentaria, tendremos conciencia de nuestra fragilidad, nos haremos más
solidarios. La cocina será más humana y menos superficial, pensaremos más en la
simplicidad para dar de comer a los demás, y menos fashion. Cocinaremos rico,
no solo bonito.