martes, noviembre 21, 2006

La inmensa minoria y el aceite de oliva

Quiero dejar el aliento del pesimismo y atesorar el vaho de la esperanza. Y hasta he aprendido a caminar y respirar con un pañuelo en la nariz. Para votar solo se requiere la cedula y un poco de ilusión; de la que hemos ido perdiendo de a poco. Sumidos en nuestros gethos sociales también hemos perdido el roce con el resto del país. Para algunos que viven enclaustrados, temiendo la llegada de los “rojos” solo se asoman al mundo por la ventana del “mago de la cara de vidrio”. Viven atados a los determinismos que sabios opinadores mediáticos nos alertan en cambote. Victimas de temores sembrados ya no se atreven a creer ni en ellos mismos. Ni siquiera pueden huir de si mismos pues la apatía y el inmenso temor a perder los arrincona en sus hogares.
Y ese aislamiento nos ha dejado sembrados en el patio de las dudas. Bajo ese estado general de sospecha, como dijo Otaiza, ahora todos vivimos abrazados a nuestras almohadas sin ningún tipo de fe que nos salve o esperanza que nos aliente. Es el país de los aislados. Embebidos en la borracha temporada de los petrodólares bolivarianos navegamos en el elixir de la amnesia, queriendo pensar que el dia feliz esta por llegar, a la vuelta de la esquina y luego todo será diferente. Luego todos seremos felices. Luego, olvidaremos todo; caeremos y recaeremos como los eternos amantes desprevenidos en los moteles de nuestro olvido. La desmemoria debe vivir escondida en algún espejo de una habitación usada de hotel, en el mismo espejo cansado de repetir una y otra vez la misma escena censurada, dolida, oculta.
No hemos aprendido la lección. Cuando nos preguntamos por que tanto pobre y marginal vive el sueño fundido en la piel del desconsuelo olvidamos que a ellos mismos los excluimos desde siempre. Cuando preguntamos por nuestros derechos y desechamos el deber de proveer la igualdad de oportunidades; cuando reclamamos nuestra garantía constitucional a estar informado, a la libre expresión del pensamiento, a la televisión por cable, los autos importados, los viajes en aviones ultrasónicos, el reloj de ultima generación, el elixir de las highlands de mayoría de edad y nos importa un pito nuestros hermanos debajo de los puentes y así alentamos a aquel que piensa en su peculio y en su propio provecho mintiendo para vender el populismo que levante las esperanzas de los oprimidos. Cuando hablamos de ideas abstractas como la libertad y la igualdad ellos se abstraen y vuelven a sus reductos pues solo han conocido de alguien que los censó, les medio enseñó algunos derechos y les repartió un pedazo ínfimo de una torta que nunca habían probado. Cuando levantamos las brasas del odio y el rencor, del revanchismo y del pase de facturas desconocemos la simpleza de la democracia: hacer que las minorías sean felices y se sientan representadas en iguales condiciones que el resto del país. Gobernar para la mayoría es inmensamente fácil. Por ello un proyecto de país que no involucre a las minorías esta llamado al mas estruendoso de los fracasos. La historia es lenta, se sabe. El imperio romano tomó 500 años para saber el color de la decadencia y su derrota. Pero jamás podremos dormir en paz si se impone un esquema que nos divide y pretende imponer a carajazos una manera de ver el mundo.
Tenemos escasos días para medirnos y saber en que pedazo de país quedamos. Quizás para lamentarnos. Hoy creo firmemente que la lección no la hemos aprendido aun. Ese resabio de autócrata, de “vivalapepismo”, de atorrante y desbocado aun pervive en lo más profundo de todos y cada uno de nosotros. Un día escuché con sorpresa y sobresalto a una amiga encopetada: “el día que no pueda comprar mi aceite de oliva preferido me voy de Venezuela”. Juro que dan ganas de ser optimistas. Lo juro. Pero no. Mis lecturas del pais, se empecinan en decirme que no. No, por ahora. Creo que seguimos siendo una inmensa minoría. Y hoy, aquellos no son más que una escasa mayoría.
Publicado Sol de Margarita. 22 de Noviembre de 2.006

Tiritas pa' un corazon podrido

“Se le pudrió el corazón a Milosevic en el calabozo, una noticia interesante frente a la sospecha de que no tenía nada en el espacio intercostal que no fueran unas calaveras calcinadas”. Así lo ha escrito Carlos Raúl Hernández. Ha muerto uno de los más notables genocidas de la época uno de los tantos que ha conocido el mundo entero. Tanto allá como aquí. Hace apenas unos 30 años se instauraba por estas tierras del sur una camada de gorilas siguiendo una pavorosa tradición latinoamericana de golpes furiosos de derecha apoyados por el imperialismo norteamericano. Hace 30 años corren sangre en el recuerdo maltrecho de miles de familias argentinas. Huele a genitales cauterizados, a sangre seca en los labios, a mentadas amordazadas en la boca del estomago. Huele a la oscura fe ciega de los fanáticos. Malditos seguidores de los populismos y las hegemonías. Aquellas surgidas en la pesada bota militar derechista, en las ansias de poder de los poderosos y en las explotaciones encubiertas de la miseria humana. Otros sufrimos ya no al “carnicero de los Balcanes”, ya no “los gorilas argentinos”, ya no “al General Chapita” de los dominicanos. Ahora en pleno siglo XXI los venezolanos, auténticos y sabrosones gozamos de una autocracia pre-moderna. Una dictablanda surgida de una democradura. Un nuevo esquema político acariciado en la sublime ensoñación de los oprimidos.
Y es que estos procesos hegemónicos, sean de izquierda o de extrema derecha, siempre terminan por asfixiarse ellos mismos. Esto ha hecho que, si bien una de las leyes de la sociedad es que toda revolución se corrompe absolutamente con el tiempo, las revoluciones poscomunistas traen el corazón podrido desde la niñez.
Y el riesgo enorme es que esta supuesta revolución nacida en una extraña, curiosa e inefable mezcla de militares con izquierdosos, se nos sobrevenga en una locura fanática y atesorada en las arcas de los ingentes recursos petroleros que sostienen este sueño revolucionario. Ya no a modo del caribeño, realismo mágico y muy tropical estilacho de un soberbio y súper millonario presidente, democráticamente elegido, sino a modo de dictadorzuelo que en su ensoberbecido e intolerante estilo comienza a andar a grandes zancadas usando la bota que lleva por dentro protegido por leyes pret-a-porter, una libertad de expresión riesgosa y todos los poderes públicos arrodillados en Palacio. Ya ese cuento del respeto a la dignidad humana y a la distribución equitativa de la riqueza suena a teleculebrón. El pajonal de la corrupción ha sido encendido en la misma dirección en la que el ventilador de excrementos se dirige denunciando a los sacrificados del proceso. Todo proceso revolucionario necesita ofrendas. Ya no el hambre y la desnudez que reclama el Líder. Ya no la vendimia de “ser rico es malo” cuando se malogra la imagen y se maltrecha la honestidad familiar. Ahora se necesita otro tipo de sacrificio. La historia demuestra que el monopolio del poder en manos de uno sólo se hace para que genios y cretinos iluminados por la luz del pueblo, reorganicen el mundo a su imagen y semejanza. Y la primera revolución poscomunista triunfante nacida en nuestro país, lleva la impronta de la precocidad de ser uno de los regímenes más corruptos que se recuerden en América Latina. Y se pregunta uno: ¿Cuanto faltará para que se le pudra el corazón a esta revolución imberbe? Es mas, ¿quién se atreverá a ponerle curitas a ese corazón podrido?
Publicado Sol de Margarita. 04 de Abril de 2.006

La Conquista del Odio a lo Pinky y Cerebro

Todo parte de la idea de hacerle creer al pueblo lo mucho que recibir del líder, lo mucho que le debe, lo que eternamente le estará agradecido. E incluso, se le siembra a cambio, lo mucho que puede perder sino ejerce su libre, democrático y participativo derecho a odiar, con el mismo resentimiento con que él lo hace. Todo esto basado en la superposición de voluntades o de posturas. Se trata también de imponer la verdad de unos sobre otros. Es la siembra de verdades parciales por sobre los criterios de la otra parte del país. No importa el número, se trata de verdades impuestas.
La imposición de un pensamiento único pasa por la siembra de una sola verdad, la lucha de clases, una ideología, una historia re-escrita, el establecimiento de unos símbolos propios, el cambio de la imagen institucional de todos los organismos del Estado sin dejar de lado el arrasamiento de la disidencia, la comunicación de una sola verdad por encima del pensamiento variable como consecuencia de los controles de toda expresión artística o intelectual de signo contrario al establecido por el régimen. De allí que el cambio del escudo, la estrella adicional en el pabellón nacional, la unificación de los logotipos de las instituciones culturales, amen de la abolición de la educación religiosa y la confección de un poderoso aparato de control mediático son solo elementos que describen un feroz establecimiento de un estado autocrático e intolerante. Ese mismo estado que ha cancelado la posibilidad del debate pues el ámbito abierto del discurso crítico termina siendo un apoyo a las políticas pasadas.
El poder premoderno que ejerce el régimen sobre toda la sociedad se manifiesta en la siembra del odio de clases, la justificación del delito y la agresión, la impunidad en los delitos de intolerancia y en el amedrentamiento de los disidentes. Nunca antes un gobierno había ejercido sobre las clases populares tal manipulación para asentarles la tenebrosa e irremediable dependencia de sus beneficios, becas y misiones a cambio de sus favores electorales y sus placeres defensivos. Una suerte de prostitución social en la que el proxeneta decanta sus ingentes recursos en convencer a la mayor suma de venezolanos de recibir de esa forma lo que los demás derrocharon en la fiesta mas larga del siglo XX. Lo peor es que para seguir disfrutándolo deberán accionar las armas, electorales o bélicas, para seguir usufructuando los recursos que hoy llueven en forma de pozo petrolero explotado como lo hiciera Hussein hace algunos años.
Como quiera que los que intentan servirse de esto son los intolerantes, sabemos ahora que por esta vía también se robustecen las neodictaduras o las neoautocracias. Con la siembra del militarismo, la visión autoritaria, la inocultable persistencia en humillar al otro y la aborrecible conquista del odio en nuestros corazones. El combustible de todos los domingos que enciende la pradera. Ya no para torcer los terribles destinos atesorados por el imperialismo; la búsqueda del hombre nuevo o la construcción de un nuevo país. Se trata ahora de estar al borde del abismo al que nos han traído los entusiastas defensores del proceso ignorantes todos o cómplices de las trampas que tiende su líder en las ansias de conquistar el mundo a lo Pinky y Cerebro. La siembra del odio es solo una forma de entender el mundo, una manera de vengarse del pasado y evitar el sueño de merecer un mundo mejor. Todos merecemos convivir sin miedo y abrazados sin odios, dejando solo en las comiquitas esos seres atrasados y premodernos que hoy intentan conquistar el mundo… como todos los días.
Publicado Sol de Margarita. 25 de Abril, 2.006.

Marzo es una certeza

Ha llegado el mes en el que extrañamente la niebla se hace espesa. Luego del jolgorio y la celebración eterna, la certeza de estar sumidos en el desastre nacional, con pocas posibilidades de salir se cierne sobre nosotros ya no como una amenaza de enero sino como una sentencia, una certeza. Marzo ha despuntado con invasiones, expropiaciones, insultos, encarcelamientos, una amenaza nuclear y otras minucias que parecieran acontecen muy lejos de aquí. La caída del viaducto es solo una metáfora de lo que se nos desploma por dentro. Cuando el 4-D dimos ese furioso paso atrás generamos una asamblea unicolor que tiene infinitas posibilidades siguiendo al pie de la letra la agenda impuesta desde Palacio. Los gustos de la hegemonía son ahora deseos impuestos a todo el país. Torcer un caballo que aunque parezca ir en sentido contrario debe ir galopando a la izquierda. Poco les falto en colocar la hoz y el martillo, además del machete, el arco y la flecha en nuestro escudo. Es poco lo que se haga para halagar al poder. Nunca es suficiente para merecer su banquete y participar en su bacanal.
No conformes con superponer un país sobre el otro ahora cada polo tiene su escudo y su bandera. Nadie se asombre cuando tengamos otro canto nacional. Ya algunos hablan del “arriba el bravo pueblo” por aquello de lo golpista que es decir “abajo”. Que nadie se asombre de todo lo que viene. Esto es solo el comienzo. Otros se asombran al ver despuntar las dunas del medio oriente en pleno centro de Caracas. Ya el pesimismo asoma su hocico y muchos querían espantarlo en diciembre de 2.006. Ya no hay que esperar mucho. Su aliento pesado y asqueroso lo tenemos encima; incluso al dormir cuando aferrados al control remoto muchos rezan por una invasión o el regreso de un 12 de Abril.
En las encuestas ya comienzan a aparecer las interrogantes de las masas. En medio de estas terribles realidades, les vemos dibujárseles en sus rostros estupefactos el horror de la falta de contrapesos y controles. Un magnate en el poder con más de $ 50.000 millones anuales en el bolsillo. Apenas comenzamos a preguntarnos de la inutilidad de la abstención y ya comenzamos a elaborar un discurso arrastrado por los radicales y los extremistas quienes piensan que mejor es rendirnos, anunciar el descampado antes de iniciar la contienda. Una minoría vuelve a antojarse de no participar en nada. Una minoría. Una simple minoría que pretende abrogarse el mandato de 12 millones de personas que no votamos el 4-D. Un mandato que, bueno es decirlo, es de todos y de nadie.
El panorama luce velado. Oscuros intereses se mueven tras la cornisa. Muchos buscan participar sin dar la cara. Otros quieren presionar por retornar al imperio de los privilegiados. Mientras el Líder insulta a mansalva y se lanza al estrellato intergaláctico el país se sigue empobreciendo. Esa misma parte del país que sigue creyendo que en él residen las únicas posibilidades de conseguir un pedazo de la torta de nuestra riqueza. No lo afirmo yo, lo dicen todas las encuestas.
Y nosotros debatimos encarnizadamente como entender el país y sus posibles salidas. El pueblo conoce solo una y la sostiene. Lo involucran y el va; enceguecido, ingenuo y en medio de una gran ensoñación. Como quieran, pero el va. ¿Podremos convencerlo de una alternativa mejor? Marzo nos dice a esta hora que las salidas están bloqueadas. No se encienden ni las lámparas de emergencia. La oferta se anida en el tormentoso porvenir que pide a cambio nuestra invalorable libertad y la imperiosa necesidad de crear un mundo mas justo para todos. Marzo es una certeza. Enciendan una sonrisa antes que nos abrace la oscuridad.
Publicado el 21 de Marzo, 2.006. Vespertino Tal Cual.

Enero es una amenaza

Hemos llegado al borde del abismo y nadie lo quiere reconocer. Es diciembre y como siempre queremos olvidar rápidamente los errores y fracasos para internarnos en un mes de celebración, parranda y bochinche. Imposible huir hacia adelante. Nuevamente nos inunda el síndrome de las Naves Quemadas. Presuponemos que este diciembre es el último que viviremos en peligro. Pierdan cuidado, los próximos meses serán peores. Botaremos la casa por la ventana. Compraremos estrenos y propiedades, antes que perdamos el privilegio de escoger lo que quisiéramos. Incluso, nos limitaremos a bebernos las utilidades. Es el principio del fin. Luego de enero ya nada será igual. Mejor embriagarnos antes de enfrentar nuestras realidades. Mejor enajenarnos que vivir nuestros días incursos en el delito del realismo.
No huimos de nada que no viva en nosotros. Imposible escapar dentro de nosotros mismos. El mal se ha incubado en nosotros hace siglos. El 1 de enero no será un 12 de abril. Todos y cada uno de nosotros soñamos con vivir un eterno 12 de abril. Para cuando nos demos cuenta del grabe error de la abstención del 4 de diciembre pasado, por allá por el mes de marzo si acaso, ya será demasiado tarde para ser felices. Incluso nos daremos cuenta que perdimos demasiado a cambio de tan poco.
Al contrario de lo que nos decía el tecnólogo popular José Luís Zambrano, hemos dejado que se nos cierre el sol a mediodía. Hemos dejado que se apropien de nuestras instituciones, nuestras entidades. Hemos dejado que nuestros derechos sean manipulados. Hemos dejado en manos sectarias y autoritarias parte de nuestra esencia republicana y democrática. En estos momentos nuestras más importantes instituciones no son democráticas. No dejan espacios a la Justicia y la Libertad. Para reconstruirlas hay que, como dice el padre Ugalde, dejar de creer que los venezolanos somos idiotas. Pues por una parte, desde el oficialismo se nos intenta humillar y segregar, someter y dominar; mientras que en la dirigencia de la oposición persiste el terrible mal de la imposibilidad de defender nuestro derecho del voto. No han sido capaces de defender la institución del voto. En cambio nos enseñaron a dudar y a renunciar, en vez de defender el derecho universal del sufragio.
Uno y otro han cavado este oscuro foso en el que nos encontramos. Y nosotros no somos más inocentes por denunciarlo o callarlo. Todos hemos vivido al amparo de quienes creen tener capacidad para dirigirnos y le hemos creído. Hasta hemos votado por ellos, caramba. Aunque tarde, se impone una profunda reflexión en nosotros. Conociéndonos, el mes de diciembre no brinda posibilidad alguna para ello. Para cuando regresemos a nuestra inevitable realidad, en unas semanas, ojala no sea tarde para tratar de reparar los entuertos. Ya casi enero es una amenaza. Que nadie espere un nuevo abril. El poeta Eliot, sin saberlo en el siglo pasado ya nos lo dijo. Abril es el mes más cruel.
Publicado 21 de Diciembre de 2.005. Vespertino Tal Cual. Caracas

BALIZAJE. La Revolucion que me incluye segun mis amigos

Dice Milan Kundera que existe una tremenda confusión entre los seguidores del socialismo en el mundo y quienes lo atacan. “A los que creen que los regímenes comunistas (…) son exclusivamente producto de seres criminales, se les escapa una cuestión esencial: los que crearon estos regímenes fueron los entusiastas, convencidos de que habían descubierto el único camino que conduce al paraíso”.
Y es que este proceso de la nueva izquierda o nuevo socialismo, lleno de muchos matices que pinta la geografía política de nuestro continente también quieren convertirlo en un nuevo y esperanzador camino hacia el paraíso. Incluso muchos se empeñan en encontrar en esta vía la única posible, la ultima posibilidad, la reivindicación de los oprimidos, la igualitarización a tabla raza. Y esto tiene mucho de posible en quienes, frustrados en las décadas pasadas, creen haber perdido la posibilidad de ver un mundo mas justo, un planeta embellecido por la igualdad de oportunidades para todos los seres humanos y una justa distribución de la riqueza, un igualitario acceso a la educación, las ciencias, las tecnologías y al conocimiento. Un mundo que en definitiva nos ofrezca un futuro mas parecido a lo que todos queremos.
Pero olvidan mis queridos amigos que ni este es el fin del mundo ni estos personajes los auténticos interpretes de un mundo justo y posible. No porque lleguemos a los duros años de la madurez y pensemos que cualquier descocado atrabiliario y populista militarista levante las banderas caídas hace tiempo, ese será entonces la ultima salida posible para acercarnos al mundo que hemos soñado.
Una revolución que se construye sobre la mentira –como instrumento de lucha-, las complicidades, los negociados. Una revolución que se guarda para la guerra. Se basa en el odio y el resentimiento. Un proceso que no respeta la dialéctica ni el disenso. Destruye la tolerancia y aniquila al adversario: silenciándolo, censurándolo, apresándolo. Un proceso sin fuerza intelectual sino las antiguallas que vienen detrás del Muro de Berlín. Un proceso mezquino, irracional y segregacionista, basado en el odio para matar, en vez del amor para construir. Una revolución que mantiene encantada, como no, a una mitad del país; no obstante quiere imponer sus criterios a martillazo y bozal a la otra mitad. Una revolución que esto sea, no puede involucrarme. Un proceso que mitigue la sed de venganza de los que poco han tenido, tampoco me nombra. Una revolución que tuerce los caminos de la pobreza para maquillarla y adocenarla es imposible que me incluya. Una revolución de factura autoritaria y militarista puede ser cualquier cosa menos una salida. Aquellos que siguen la Gran Marcha pueden estar en paz con sus sueños. Yo prefiero estar en paz con mi conciencia.

BALIZAJE. El Ozzie que todos llevamos por dentro

“Aquí vamos, mi amigo.. ¡empeorando satisfactoriamente!”
Beltrán Alfaro

Sin mucho análisis psicoanalítico o sociológico hemos de entender y aceptar que mucho de lo que vivimos hoy los venezolanos en parte tiene su asidero en nuestra propia forma de ser. Dicharacheros, amantes de la rumba eterna y el bochinche. Somos fiesta y jolgorio. Diletantes enfebrecidos de la irresponsabilidad y el asueto. Amantes fieles de la pachanga y el “vivalapepismo”. Nos apasiona escurrir el bulto y dejar para pasado mañana lo que pudiéramos hacer mañana. Esa entrega total a las decisiones pospuestas o traspasadas. Nunca aquí la determinación. Por intermedia persona podremos permanecer atados a los tiempos del que decida.
Pero es que además de eso nos encanta un hombre dicharachero. Un líder más bien apabullante aunque a veces parezca incoherente. No nos interesa si es probo y honesto. Eso no es lo importante. Lo que nos importa es que grite duro (verdades o mentiras, pero gritos al fin), fuerte, recio. Que ofenda, que sea irreverente, que blasfeme, incluso. Que derrita las masas enristrando argumentos al vuelo tratando de ofender a quienes detentan el poder.
Desde mi niñez, recuerdo una frase que de labios de muchas personas mayores brotaba con frecuente facilidad: “¡Aquí lo que falta es gobierno!. Aquí lo que falta es autoridá...!” Esta frase es sencilla pero delatadora de nuestra propia identidad autoritaria, igualmente denota nuestro afán por conseguir un ente supremo que decida por nosotros, que imparta, que determiné... que prohíba. Un líder que nos salve y, obviamente, nos permita el jueguito de lotería, el béisbol, el 5 y 6, las cervecitas de fin de semana (¡mínime!) y que nos deje coger o que nos ponga donde “haiga”.
Todo esto es parte del coctel que pervive hoy día en nosotros. Porque lo que vivimos hoy no es un aquel, no es un otro. Es ese que manda que nos une como gentilicio y nos representa, y para que ese otro abandone los altos destinos de nuestro país, deberá irse dentro de nosotros mismos ese referente de demagogia, militarismo, autoritaristo, autocratismo, desapego a las leyes y todos nuestros horrores colectivos amasados en la intimidad y la certidumbre de nuestra identidad nacional.
Para que podamos seguir andando por el mejor camino deberá supervivir la sensatez y la razón. El trabajo y la nobleza. El esfuerzo y el ejemplo. El resultado de las mejores batallas ganadas con tesón, con trabajo, sacrificio y coherencia. Hoy cuando un venezolano levanta un hermoso trofeo en el exterior y abrazado a nuestro pabellón patrio, grita: ¡Viva Venezuela! ¡Viva Chávez! Nos damos cuenta que él también representa todo lo que somos los venezolanos; toda la guerra que debemos desatar los venezolanos en nosotros mismos. Guillén es parte de lo que amamos y odiamos en Chávez. Es nuestro yo. Nuestro envés. Cara y sello de nuestra moneda. Guillén es ese que amamos y no nos gusta admitirlo.

BALIZAJE. Antipolitica entre comicos y bufones

Entre cómicos y bufones, así se nos van estos atribulados días de mitad de año. Desde que una Miss Universo quiso hacerse con la silla de Miraflores, pasando por El Brujo y llegando hoy a la enloquecida fiebre que ha desatado la candidatura de un cómico a la presidencia de nuestro país, nos hemos dado cuenta que estamos comenzando a revolvernos en nuestro propio charco.
En condiciones normales un país puede sobrevivir a una locura como esa. En las condiciones actuales es sencillamente un salto al vacío. Y la gente lo ve con esa simpleza con la vemos nuestra vida. Aderezados con whisky 18 años nuestro país se hunde en la bacanal que nos hace sauditas mientras padecemos la borrachera de los petrodólares mientras nuestro líder se pasea por el mundo chequera en mano, tratando de salvar el mundo.
Estamos en manos de fenómenos electorales. Hace algún tiempo el humorista y artista plástico Pedro León Zapata se lanzo a la presidencia, pero cuando comenzó a aparecer en las encuestas decidió que ya era tiempo de retirarse pues un país que escoja a un humorista como presidente ya deja de ser un país serio. Y el humor es una cosa muy seria para dejárselo a los políticos, eso es verdad.
Ahora puede ser que veamos a este cómico candidato o candidato cómico como una manera de joderle la vida a quien nos ha estado mamando el gallo desde hace siete años apoltronado en la deseada silla de Palacio. Puede ser que sea hora que nos burlemos de ellos, de quienes se ríen del pueblo desde las esferas del poder. Llevamos 20 años bailando la música que nos tocan los políticos irresponsables, esos que nos metieron el Decreto de Pedro El Breve por el pecho y los mismos que nos vendieron el paro como una salida. De los mismos que antes como ahora ven en este “monárquico” candidato una salida a la crisis, un outsider, una vía para escapar de los problemas que agobian nuestra democracia, un negrito que viene de abajo y que tiene el pelo malo como el Rey. O los otros, los que no tienen capacidad sino para reírse en el circo que cada domingo se levanta en cualquier pueblo del territorio nacional. Nos ofrecen centro de lomito y whisky, una Hummer o un Audi y corremos a abrazar al que “quien sabe y le echa una vaina al que te conte”. Es este país de locos, en el que nadie entiende nada. Antes al menos el Rey tenía sus poetas, sus pintores y sobre todo sus bufones que le hacían reír. En este país esta todo al revés. Los políticos se quedan sin trabajo y los cómicos se van al palacio para hacer reír al pueblo. La antipolitica sin bases, sin maquinarias, sin partidos, en fin, sin gente. El problema es que ya en el palacio hay bufones y saltimbanquis que regularmente nos hacen pegar unas carcajadas y a veces también nos asustan. Ya nuestra salida se ha vuelto un asunto ludico, un “vamos a ver y quien sabe”. Como lo dijo Camilo Jose Cela, “no es lo mismo esta dormido que durmiendo. Como tampoco es lo mismo estar jodido que estar jodiendo”.

BALIZAJE. Exegesis del crossover socialista (o el proceso en la granja de Juan)

Lo tuyo es mío y lo mío es mío. Bajo esta premisa debemos sostener nuestras libertades. Seria algo así como el socialismo a la venezolana, pero al revés. La autentica democratización de capital estatal, el usufructo de la renta petrolera repartida en partes iguales o al menos en becas o misiones distribuidas entre la mayor cantidad de venezolanos de acuerdo a sus acercamientos. Si por ejemplo, solo podemos extraer de ellos su voto pues tendrá menos derecho a disfrutar que el que se ha dedicado a creer en los sembradíos organoponicos en avenidas y calles de nuestras ciudades. Otros obtendrán mas o menos si vienen de la magnifica experiencia del gallinero vertical, el kit del conuco o de la Misión Vuelvan Caras. También podremos concebir un afianzamiento de las teorías de la solidaridad y el cooperativismo, tratando de abolir la posibilidad de la acumulación de riquezas e incluso la posibilidad de abordar el mercado con el excedente de producción. No existirá el lucro por lo tanto, no existirá la acumulación ni las diferencias sociales; ergo, no podrá ni comprarse un automóvil ni una casita. Esas serán taras arrastradas del imperialismo: sin techo, desnudos y sin zapatos pero defendiendo al estado autoritario que reparte a cada quien de acuerdo a sus gustos.
Puede que algunos obtengan recursos como para poder abstraerse del fondo socialista y tener en casa decodificadores de televisión por cable, vehículos producidos por el Imperio y hasta computadoras y tocadores de música alienante venida del neoliberalismo salvaje. Puede que hasta gusten del “guesgue beata” y el champaña. Son sacrificios que se permiten en esta fase del (perdonen la expresión) “cross-over” hacia el socialismo del siglo XXI. El comunismo personalizado da para esto y hasta para dejar de producir por el país con tal de no entregar la plusvalía a los cachorros del neoliberalismo salvaje. Para ello el Papa-Estado reparte la renta entre nosotros sus eternos agradecidos.
Entre otras cosas, tampoco se puede olvidar el tema de la propiedad de la tierra y los medios de producción. También debe descansar en manos del todopoderoso Estado, siempre representado en una sola figura, El Líder que sabe exactamente que hacer y como repartir a cada quien de acuerdo a “sus” necesidades, las del Líder, obviamente. Hasta las más intimas. Para eso, deberá ser suprimido todo intento de individualismo o particularidad. No es el tema de las grandes carencias sociales, educativas y asistenciales. Se trata de colectivizar las necesidades para que entre otras cosas le salga más barato la cosa al estado, para no andar con el fastidio ese de atender los particulares intereses de algunos, que suena muy proto-burgués. Lo mejor es por docenas, eso si, por gruesas, para que perdure la sensación colectivista sin ninguna apariencia de individualidades.
Para todo ello debemos en fin, olvidarnos de la historia y las posibilidades de sobrevivencia de acuerdo a las posibilidades pero en todo caso, es preciso vencer la inteligencia a fuerza del sustrato que se va quedando en los discursos demócratas para deslindarse de las características ancestrales del hombre que conllevan al progreso y la felicidad.
En todo esto pesa la visión de los iluminados, esa suerte de salvadores del mundo, que se creen mas inteligentes que nadie para ofrecernos un mundo de iguales en el que esa dictadura del proletariado no puede ser tomada en serio en tanto que como en la Granja de Orwell, hay unos animales mas iguales que otros, con el perdón de los animales. La abolición de la propiedad privada, las libertades y del abierto ejercicio de nuestras conciencias y nuestros criterios requiere definitivamente de una fuerte consistencia esférica. Incluso puede allanar su más intima frustración. Es la colectivización de la alegría, constreñida al cuadrilátero de sus sabanas o al corral de su granja. No pueden concebir la libertad en tanto que ella, como alimento de nuestra felicidad, no puede ser digerida por quien desentierra la hoz para cercenar las piernas de sus hijos.
Lo mío y lo tuyo a su disposición. Es el reino de los imbeciles, la granja en la que pasta la más funesta locura para convertirnos a la fuerza en parásitos participantes y protagonistas; no obstante, impedidos de crecer, amar, decidir y ser libres, haciéndonos creer que su limosna nos hace independientes y felices. Así nos quieren porque tampoco reina la alegría en sus corazones.