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miércoles, febrero 07, 2007
LA BIFURCACION DE LOS EXTREMOS O EL EXTERMINIO DE LO OPUESTO
Los grandes temores del hombre siempre han sido sus odios. Aquello que odiamos termina por parecerse a nosotros. O incluso, cuando avanzamos hacia nosotros mismos nos parecemos a eso que odiamos. Las referencias históricas son innumerables. El asunto es que de los extremos también se estiran las posibilidades para amarrar los cabos. De allí que el Nacionalismo de derecha se parezca tanto al Socialismo del Siglo XXI, si es que este ultimo logra diferenciarse del socialismo práctico del siglo pasado.
Sin hurgar en las gavetas desvencijadas de la historia, recordamos aquellas voces de protesta por las atrocidades y arbitrariedades cometidas por la extrema izquierda y los bloques ideológicos que coparon la escena hasta finales siglo XX. Para nadie es un secreto el atrevimiento que fue descubrir ideas contrarias a las líneas emanadas del Partido Único como consecuencia inexorable y clara de la búsqueda de la Dictadura del Proletariado. Esta concentración de poder en un mismo partido o en su líder convirtió aquel socialismo redentor en una bifurcación inexcusable hacia el totalitarismo unipersonal que pretendió ser el intérprete de su pueblo y sus necesidades. De allí a los abusos por el envilecimiento en la acumulación de poder y la búsqueda irrestricta de su perpetuación como resultado de la adulación y el baño ególatra de popularidad, vanidad y devoción solo hubo unos pocos calendarios.
Qué diferencia cuando hablábamos y admirábamos a Vlahac Havel y a Olof Palme, a Lech Wallesa y a Nelson Mandela. Qué diferencia cuando estos y otros tantos lideres mas nos hablaban de libertad y justicia social. De reivindicación y redención humanas. Cuantos sueños elaboramos pensando en un socialismo democrático y de avanzada.
Hoy algunos atribulados, embebidos y ensoñados dirigentes se toman esta falsa revolución con el barbitúrico del poder para hablarnos de “dictadura democrática” o “dictadura social”. Pero lo interesante es que habiendo vivido el odio por todo lo que signifique militarismo o vientos policiales terminen adorando un mezclote de autoritarismo militarista fascista con un chorrito de revanchismo social y personal antes que sensibilidad humana. De ahí, me asombra ver a algunos que escuché aborreciendo la estructura militar en todas sus vertientes terminan aprendiendo a cuadrársele al Comandante (y hasta lo hacen con devoción), unos humoristas obvian su impulso ancestral de criticar el poder (sin prurito por su pasado), otros socialistas adoran nuevamente al partido único (siendo disidentes enfermizos) y “altos personeros del gobierno”, victimas de las atrocidades de la policía política, acaban de porta-medallas de ocasión dirigiendo el Plan de Policía Nacional, estructura infaltable en todo proceso de exterminio de la disidencia democrática venezolana. Los odios se juntan al final del camino. Los extremos se tocan. Los caminos se bifurcan para encontrarse nuevamente. Para hacer el nudo de la horca se necesitan los dos extremos de la soga. Todo autoritarismo nace de lo que mas odia: el exterminio de su opuesto.
Sin hurgar en las gavetas desvencijadas de la historia, recordamos aquellas voces de protesta por las atrocidades y arbitrariedades cometidas por la extrema izquierda y los bloques ideológicos que coparon la escena hasta finales siglo XX. Para nadie es un secreto el atrevimiento que fue descubrir ideas contrarias a las líneas emanadas del Partido Único como consecuencia inexorable y clara de la búsqueda de la Dictadura del Proletariado. Esta concentración de poder en un mismo partido o en su líder convirtió aquel socialismo redentor en una bifurcación inexcusable hacia el totalitarismo unipersonal que pretendió ser el intérprete de su pueblo y sus necesidades. De allí a los abusos por el envilecimiento en la acumulación de poder y la búsqueda irrestricta de su perpetuación como resultado de la adulación y el baño ególatra de popularidad, vanidad y devoción solo hubo unos pocos calendarios.
Qué diferencia cuando hablábamos y admirábamos a Vlahac Havel y a Olof Palme, a Lech Wallesa y a Nelson Mandela. Qué diferencia cuando estos y otros tantos lideres mas nos hablaban de libertad y justicia social. De reivindicación y redención humanas. Cuantos sueños elaboramos pensando en un socialismo democrático y de avanzada.
Hoy algunos atribulados, embebidos y ensoñados dirigentes se toman esta falsa revolución con el barbitúrico del poder para hablarnos de “dictadura democrática” o “dictadura social”. Pero lo interesante es que habiendo vivido el odio por todo lo que signifique militarismo o vientos policiales terminen adorando un mezclote de autoritarismo militarista fascista con un chorrito de revanchismo social y personal antes que sensibilidad humana. De ahí, me asombra ver a algunos que escuché aborreciendo la estructura militar en todas sus vertientes terminan aprendiendo a cuadrársele al Comandante (y hasta lo hacen con devoción), unos humoristas obvian su impulso ancestral de criticar el poder (sin prurito por su pasado), otros socialistas adoran nuevamente al partido único (siendo disidentes enfermizos) y “altos personeros del gobierno”, victimas de las atrocidades de la policía política, acaban de porta-medallas de ocasión dirigiendo el Plan de Policía Nacional, estructura infaltable en todo proceso de exterminio de la disidencia democrática venezolana. Los odios se juntan al final del camino. Los extremos se tocan. Los caminos se bifurcan para encontrarse nuevamente. Para hacer el nudo de la horca se necesitan los dos extremos de la soga. Todo autoritarismo nace de lo que mas odia: el exterminio de su opuesto.
Articulo publicado en:
www.NoticieroDigital.com 06 de Febrero, 2.007 y
en el Diario El Sol de Margarita, el dia 07 de Febrero de 2.007
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