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lunes, febrero 11, 2008
CATAR Y SALUDAR EN CATABAR
Desde hace unos años viene dándose un hermoso proceso de transformación en la oferta gastronómica de la Isla de Margarita. Acercarse ahora a la ínsula es tambien inclinarse a las costas de los variados sabores en las propuestas culinarias de la mesa local. Y es precisamente Pampatar, la zona que mas ofrenda aporta al yantar creativo, popular o internacional. Para muchos Pampatar se viene convirtiendo en una zona bucólica y pintoresca que abraza propuestas tradicionales como las ventas ambulantes de empanadas hasta la arraigada oferta de pescados fritos y hervidos a orillas de sus playas. Escuelas de cocina y la gastronomía creativa; la contemporánea vitrina de la cocina mediterránea y los espacios vanguardistas lounge bar. En Pampatar ahora todo cabe, todo es cool. Estas transformaciones que han dado un vuelco total al mercado inmobiliario local y que inciden en el nuevo crecimiento económico que se empina sobre este centro gastronómico en ciernes y que cambiará completamente la dinámica de este centro histórico y sus habitantes.
Ya comenzamos a ver detalles de estos cambios. Transformaciones que deben ser atendidas de inmediato por las autoridades municipales para evitar sufrir lo que en otras ciudades del país se ha convertido en un absoluto desastre, como el ejemplo de El Hatillo en la región capital. Tenemos espacio y tiempo para ordenar este crecimiento que tendrá una referencia gastronómica indudable en nuestra Isla como destino turístico.
Y como uno de esos pensados y diseñados exponentes de la nueva oferta gastronómica en Pampatar deseamos resaltar el Restaurant Catabar. Un pensado espacio para el disfrute de cada plato y cada copa. Ambiente que protege al comensal y habilita el calor humano para el aprecio de los caldos vinícolas y la degustación en mesa de las creativas propuestas que reposan en su carta.
La remodelación exacta de esta casa recibe de brazos abiertos con calidez y sencillez. El juego sobrio de los materiales y la utilización discreta de sus colores. Sentarse en Catabar es estar en un espacio para el solaz y tambien para el disfrute. Una curiosa mixtura de hedonismo y humildad. En Catabar tambien reside la amabilidad de las mesas y el sosiego de sus sillas. El remanso que preside el local se abre con la serenidad de su atención. Justa, exacta y sin presiones. Y es quizás una de las cosas mas difíciles de conseguir en un servicio de restauranteria: un servicio que sea útil y que este a la medida, sin sobresaltos ni exageraciones. Con todo esto ya Catabar tiene la mitad del camino ganado.
Y hay más. En la arquitectura de la mesa descansan dos elementos fundamentales para el disfrute y la degustación. Los platos y las copas que reciben la maravilla que sale de la cocina y abren amablemente el paladar para la degustación. Y es que en Catabar se luce la sobriedad desde la misma carta. Para sus entradas y para sus principales, la mesura y la exactitud corren libremente. Su cocina luce honesta, creativa y en proceso de búsqueda. Investiga, se fusiona y crece. Su guía, Carlos Guerra, lo vemos en sala, en el lounge y en cocina. Lo que garantiza que esta dedicado a convertir, junto a Armando Bolaños y Carlos Alberto Pingarron (Charly) a Catabar no solo en el lugar de encuentro para ver y dejarse ver sino tambien un sitio ideal donde se preserva la cocina y se cuida la bodega de vinos. De lo que se trata es de crear y corregir. No solo de innovar sino principalmente crecer que es como se consigue la permanencia y si los comensales lo aceptamos tendrá la trascendencia. Porque sus platos son exactos en su correspondencia en carta. Sus sabores creativos, agresivos y si me lo permiten correctos. Ajustados en mucho a las tendencias ligeras de estos tiempos. Muy lights, para muchos. Ajustados a la sobriedad de los comensales que cuidan sus líneas y sus formas. Pensamos que la gastronomía no solo debe ser honesta sino abundante, como los comensales que solemos abrazarnos en la amabilidad de sus espacios y en la satisfacción que da el buen comer.
Recordamos un ceviche cuya leche de tigre se basa en sumo de parchita. Deseamos volver a probar el “surf and turf de lomito argentino y cangrejo”. Sugerimos todos sus postres y disfrutar al final la sobremesa en un patio lounge sorprendente y curioso.
Catabar Seafood & Grill. Calle Joaquin Maneiro.
Pampatar. Isla de Margarita
Articulo publicado en la revista
PALADARES ARTE GASTRONOMICO. Edicion No. 07
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