BLOG DE FERNANDO ESCORCIA SOBRE GASTRONOMIA, MUSICA, ARQUITECTURA, IDEAS Y REFLEXION. JAZZ, CATAS Y CAFE. ISLA DE MARGARITA
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miércoles, febrero 04, 2009
LA BELLA VISTA DEL GUAXAMURI
El lounge ha tomado la Isla de Margarita. Como estética de los visible, lo incontrastable. Son cada vez más entretenidos y también más atractivos. No solo por el ambiente, su música y su carta, sino también por quienes asiduamente concurren cada semana a estos espacios. Son espacios llamados ahora chillout, sumamente lights en los que la atmosfera fashion y la sobriedad enfiebran a sus huéspedes. Como dice Alberto Soria, vienen acompañados de cartas para cenas lights, tal como suelen cenar las hermosas chicas y varones quienes los visitan. Para los sibaritas, no son más que espacios para alternar un par de tragos, unas tapas (perdón, debo escribir entradas) y una amena conversación. Para los más, los lounges son por antonomasia, espacios para ver y dejarse ver. De allí que luego de la suerte que toman algunos sitios devienen en suertes de discotecas o salas de baile, ambientes de performances, catas de vino, sushi bar y salas de fiestas privadas.
Debo confesar que el Salon Restaurant Guxamuri no ha sido un hallazgo para mí. Si reconozco que su cocina me ha agradado y enamorado. Luego del prudente reposo que damos a las nuevas propuestas, nos acercamos a este salón en el que se funden el comedor de ambiente lounge con un comedor vanguardista, sillas indonesias y una despabilante terraza que permite agregar verde y salitre a la mirada y el gusto.
No obstante, lo sobresaliente, como disfrutamos en valor, está en la arquitectura de la mesa y la estética de cada uno de los platos; en la aquiescencia de los sabores mantuanos y la geometría contemporánea de los componentes. La chef ejecutiva Yuraima Blanco ha sabido exponer su discurso en cada plato. Refaccionando, releyendo nuestra cultura gastronómica y sacando el sabor de los fogones maternos. Yuraima con esta propuesta refuerza su trabajo culinario, alejada de la exposición mediática y se dedica a lo hermoso del servicio y el yantar. Se dejan colar sus ocurrencias y sus agregados, su soporte académico con las divertidas proposiciones, lo anecdótico con lo ideal, lo histórico con lo genial. Cada vez que se sienta en su mesa sabrá de sus arepas familiares y los sueños de dar placer sin mezquindades.
Decíamos que cada mesa tiene una arquitectura encantadora. Cada plato, cada copa, la cubertería precisa, servilleta e individuales que han sido escogidos con gusto y cuidados. Una curaduría de restaurante llevada impecablemente a cabo por la Ing. Milagros Guerrero de Kabche, quien además funge en la gerencia del hotel Bella Vista en esta etapa de renovación y adaptación a las nuevas tendencias de la hotelería mundial. El detalle de la mesa y todos sus componentes, en la que nos hemos detenido tiene que ver con un elemento importante y es la valoración que cada vez más se tiene con los comensales y la estética; el confort y la atmosfera. Su mobiliario ha sido traído especialmente desde Indonesia y no reporta a ninguna estética fashion ocasional de remate de almacén. Su decoración y cada detalle resuman una fusión ciertamente curiosa para la propuesta mantuana creativa que nos acerca la chef ejecutiva.
Pocos platos en la carta, suficientes para determinar aplicación y precisión justas y acertadas. Recordamos algunos de ellos. Por ejemplo, el chupe de gallina al estilo caraqueño y arepitas amasadas con ají dulce. Recordamos el lomito mantuano, suerte de tepuy ancestral con neblina de papelón y sabor de asado negro y ron venezolano. Paseamos por la colonia de la mano de la polvorosa de gallina y queso telita de sabores exóticos. Soñamos con los langostinos con crocante de almendras sobre culi de parchita y unas costillitas de cordero con berenjenas y patatas inolvidables. Para el cierre nos reservamos a reconocer en el paladar parte de nuestra historia con el Negro en camisa. Digno representante de la fusión de la culinaria venida de Africa, con la Colonia y los sabores esparcidos en el valle del Guaraira Repano. Yuraima ha sabido enamorar los sentidos del comensal y plenar los deseos del amante. Yuraima con su negritud y sus manos han sabido otorgar a cada plato la historia y la tradición que le precede.
Cada vez que pose sus brazos en la mesa de Yuraima, sabrá que alentar el gusto es también excitar el placer de lo vivido. El gozo hermoso de la plenitud. Ese afecto y esa transfiguración gustativa se afincan en cada plato, cada caldo. Cuando se sale del restaurant Guaxamuri sabrá que este salón es un espacio grande como el alma de una mujer, noble como el abrazo de la amante, seguro como el regazo del amor.
Debo confesar que el Salon Restaurant Guxamuri no ha sido un hallazgo para mí. Si reconozco que su cocina me ha agradado y enamorado. Luego del prudente reposo que damos a las nuevas propuestas, nos acercamos a este salón en el que se funden el comedor de ambiente lounge con un comedor vanguardista, sillas indonesias y una despabilante terraza que permite agregar verde y salitre a la mirada y el gusto.
No obstante, lo sobresaliente, como disfrutamos en valor, está en la arquitectura de la mesa y la estética de cada uno de los platos; en la aquiescencia de los sabores mantuanos y la geometría contemporánea de los componentes. La chef ejecutiva Yuraima Blanco ha sabido exponer su discurso en cada plato. Refaccionando, releyendo nuestra cultura gastronómica y sacando el sabor de los fogones maternos. Yuraima con esta propuesta refuerza su trabajo culinario, alejada de la exposición mediática y se dedica a lo hermoso del servicio y el yantar. Se dejan colar sus ocurrencias y sus agregados, su soporte académico con las divertidas proposiciones, lo anecdótico con lo ideal, lo histórico con lo genial. Cada vez que se sienta en su mesa sabrá de sus arepas familiares y los sueños de dar placer sin mezquindades.
Decíamos que cada mesa tiene una arquitectura encantadora. Cada plato, cada copa, la cubertería precisa, servilleta e individuales que han sido escogidos con gusto y cuidados. Una curaduría de restaurante llevada impecablemente a cabo por la Ing. Milagros Guerrero de Kabche, quien además funge en la gerencia del hotel Bella Vista en esta etapa de renovación y adaptación a las nuevas tendencias de la hotelería mundial. El detalle de la mesa y todos sus componentes, en la que nos hemos detenido tiene que ver con un elemento importante y es la valoración que cada vez más se tiene con los comensales y la estética; el confort y la atmosfera. Su mobiliario ha sido traído especialmente desde Indonesia y no reporta a ninguna estética fashion ocasional de remate de almacén. Su decoración y cada detalle resuman una fusión ciertamente curiosa para la propuesta mantuana creativa que nos acerca la chef ejecutiva.
Pocos platos en la carta, suficientes para determinar aplicación y precisión justas y acertadas. Recordamos algunos de ellos. Por ejemplo, el chupe de gallina al estilo caraqueño y arepitas amasadas con ají dulce. Recordamos el lomito mantuano, suerte de tepuy ancestral con neblina de papelón y sabor de asado negro y ron venezolano. Paseamos por la colonia de la mano de la polvorosa de gallina y queso telita de sabores exóticos. Soñamos con los langostinos con crocante de almendras sobre culi de parchita y unas costillitas de cordero con berenjenas y patatas inolvidables. Para el cierre nos reservamos a reconocer en el paladar parte de nuestra historia con el Negro en camisa. Digno representante de la fusión de la culinaria venida de Africa, con la Colonia y los sabores esparcidos en el valle del Guaraira Repano. Yuraima ha sabido enamorar los sentidos del comensal y plenar los deseos del amante. Yuraima con su negritud y sus manos han sabido otorgar a cada plato la historia y la tradición que le precede.
Cada vez que pose sus brazos en la mesa de Yuraima, sabrá que alentar el gusto es también excitar el placer de lo vivido. El gozo hermoso de la plenitud. Ese afecto y esa transfiguración gustativa se afincan en cada plato, cada caldo. Cuando se sale del restaurant Guaxamuri sabrá que este salón es un espacio grande como el alma de una mujer, noble como el abrazo de la amante, seguro como el regazo del amor.
Salón Restaurante Guaxamuri. Hotel Bella Vista.
Av. Santiago Mariño. Porlamar. Isla de Margarita.
Publicado en Revista Paladares Arte Gastronomico
Edicion 10º. 2.008. Isla de Margarita.
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