No obstante, hay otra parte de este sector, que había sido vigoroso durante décadas que está en la ruina y la quiebra absoluta: los restaurantes. Se suman por decenas los establecimientos que han empezado a despedir a sus equipos y brigadas.Otros han puesto a la venta sus locales e infraestructura. No existe ningún plan de apoyo de parte del gobierno nacional o regional. Tampoco la banca tiene aliento para ello. En la isla no pertenecen a ningún gremio y están habituados a sortear sus complicaciones cada uno por su lado.
La crisis por COVID-19 les ha impulsado para que un grupo de ellos comience a buscar la unión y conseguir fuerza en colectivo ante las adversidades. Comienzan a mirarse en un chat.
Aún en las visiones muy particulares y parciales que tengan en sus fogones y de sus mesas, lo que queda es trabajar por mostrar la diversidad y fortaleza que la escena gastronómica insular ha mostrado históricamente.
Margarita Gastronómica ha ofrecido su trabajo e influencia en tejer fortalezas y capacidades que les permitan abordar el tema de la etapa post-cuarentena unidos y con un código único.
Ojalá las autoridades locales permitan la apertura de los restaurantes bajo guiatura y normas de seguridad e higiene que haga confiable volver a la mesa pública local. Abrir al público residente para ir fortaleciendo la apertura al país cuando la pandemia cese.
Estoy seguro que este gremio de empresarios audaces, cocineros incansables y emprendedores invencibles entenderán que la unión de esfuerzos y objetivos comunes es la vía para trabajar juntos en este camino: MARGARITA COME SEGURO, LIMPIO Y SABROSO.
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