EL TALLER DEL GUSTO

A propósito de la presentación del libro

“Caracas en 25 afectos” compilado por Tulio Hernández

Ver Caracas desde la Isla de Margarita es una gran pasión. Te crea una inmensa sensación de libertad que solo puede ser apreciada una vez se decide radicar el resto de vida en esta geografía insular, nunca antes. Caracas es un demonio del que nadie quiere salir y del que incluso al entrar nunca se sale. Es más, quien logra penetrarla ya para siempre la llevará en su piel, tatuada, pero no a modo de dibujo o arte sino a modo de cicatriz.

Caracas la infanta irredenta, la bailarina eterna, la sucursal del cielo o como guste en llamarla es también, al decir de Cabrujas, una ciudad que debe existir a trocitos en el resto del planeta.

A nuestras madres las amamos por haber sido siempre esas figuras fuertes y trabajadoras, verticales y dedicadas a sostener aquellas casonas en los que una prole enorme deambulaba por salones, zaguanes y patios en busca de alegrías, juegos o comida a deshoras que es precisamente lo que mas mortificaba a aquellos seres indoblegables que nos ensenaron el mapa de los sabores y construyeron este paladar que hoy exhibimos.

Pero Trina Arocha viene a ser la típica madre contemporánea. Con ese ángel de madre que ama la cocina, las recetas y los ingredientes también representa a la mujer de avanzada que se ha dedicado a su ejercicio profesional manteniendo una estrecha relación entre la pujante oficiante de las tecnologías y la cocinera aficionada que explora, practica y repite recetas para agradar y encantar a sus familiares y allegados. No he tenido oportunidad de preguntar a su hija Nathaly si ellos, sus hijos, fueron tomados como conejillos de indias para la prueba de sabores y mezclas pero si se que no la debieron haber pasado tan mal fungiendo de comensales obligados.